martes, 27 de noviembre de 2007

Heidi pierde las bragas

Heidi, paja... ¿Qué titular saldría con esta imagen?Ese titular sería sin duda el más apropiado para la noticia que publicaba elmundo.es el pasado miércoles. Bajo el sugerente título de Turquía censura las bragas de Heidi nos ofrecía un interesante artículo sobre la islamización de la sociedad turca y sus repercusiones en distintos campos de la cultura. El problema es que las bragas de Heidi no estaban, pero no porque hubieran sido censuradas. Simplemente porque nunca estuvieron.

La prenda que ha hecho saltar chispas en Turquía no han sido unas bragas ni pertenece a la alegre muchachita de mejillas sonrosadas. Se trata de un pañuelo. Un pañuelo que en una edición de la famosa obra (la literaria) cubre la cabeza de la abuela de Clara en una ilustración. El problema es que ha sido esta edición, precisamente, la que ha incluido el ministerio de educación turco en una lista de lecturas recomendadas para los niños. ¿Cómo ha llegado el redactor de El Mundo del pañuelo a las bragas? Es un misterio que leyendo y releyendo el texto de la noticia no podemos desvelar. El hecho de que una edición de Heidi no incluya ninguna ilustración en la que se vean las bragas de la niña no implica censura de ningún tipo. No, a menos que consideremos que dichas bragas suponen un elemento fundamental en la obra. Y me parece que en ese caso sería mucho suponer.

¿Pedro se come el bollo de Heidi?La versión en dibujos animados de Heidi forma parte del imaginario colectivo de toda una generación y se ha convertido en un referente de nuestra infancia como lo fue Marco o la abeja Maya. Y en dicho imaginario, la visión de la niña de ojos enormes bajando a saltos una montaña mientras nos muestra sin pudor una braga-faja de lo más antierótico se ha convertido en un icono tan difundido como el inefable Pichí, la silla de ruedas de Clara o los rumores sobre las posibles relaciones entre el abuelito y la señora Seseman (la del pañuelo), Heidi y Pedro, Pedro y Niebla o Heidi y Pichí. Realmente nos hemos acostumbrado a buscar referentes sexuales en Heidi, quizás probablemente por el hecho de ser un referente de nuestra infancia, un tiempo en el que la televisión infantil era de un blanco inmaculado. Por el mismo motivo, tal vez, la red está repleta de insinuaciones sobre la relación homosexual de Epi y Blas. Puede que el mismo mecanismo actúe en la mente de los políticos polacos al ver indecente al pobre Pinky Winky. Pero eso no es motivo suficiente para inventarnos el titular de una noticia. Eso sí. El momento es oportuno. Y para muestra, esta noticia que nos sorprendió en su día y cuyo tratamiento también daría para comentar largo y tendido.



Lo que está ocurriendo en Turquía tiene interés. Mucho interés. Y resulta triste que para llamar la atención del lector sea necesario provocar con titulares espectáculo basados en insinuaciones y en la propia (y calenturienta) imaginación del redactor. Quizás nadie prestaría atención a la noticia si no se nombraran las bragas. Pero es que las bragas no forman parte de la noticia. Las bragas no están. La Heidi de los niños turcos no lleva bragas. Y si las lleva es sólo en su imaginación. Tal vez los niños turcos pueden fantasear con la idea de que, bajo esa falda hasta los tobillos, Heidi esconde unas espectaculares bragas de encaje. O un tanga. O absolutamente nada. Nosotros la recordaremos siempre con bragas de cuello vuelto. Quizás sea mejor la opción turca.

viernes, 23 de noviembre de 2007

La venganza de Tecnozuma

Hemos batido un record. Desde que a principios de año asumí que este blog iba a ser mi blog personal hasta que pusiera orden a mi actividad bloguera (algo que tal vez haga cuando me jubile) jamás había estado más de un mes sin actualizar. Si tenemos en cuenta que desde el parón veraniego sólo había hecho cuatro posts, y uno era para anunciar el regreso de vacaciones... En fin. Que tal vez el reciente calificativo de blogoperraco con el que me obsequió una hastiada visitante de alg@ se quede hasta corto. Más aún si sumamos que en este tiempo también he abandonado mis garbeos por vuestros blogs. Estoy desconectado.

Hace más de un mes os explicaba unas anecdotillas sin importancia que si no de excusa, al menos me servía para explicar mi repentina ausencia. La saña con la que la tecnología se rebelaba contra mí fue definida por la misma vistiante de antes (Joé, Norma, y luego hablas de mi facilidad para los títulos y calificativos varios) como la maldición de Tecnozuma (muy recomendable la explicación de la maldición de Moctezuma que ofrece la Frikipedia). Para postre, y como os adelantaba en un comentario del artículo sobre el desodorante (sí, ese que lleváis viendo durante cinco semanas al conectaros aquí) nuevos acontecimientos no tecnológicos sino más bien patalógicos volvieron a tomar las riendas de mi agenda.

No voy a decir que todos los líos estén resueltos. De hecho, la mayoría siguen dando por saco. Pero un buen día regresó mi Salvador (sin Dengue, gracias a Dios) y poquito a poco voy retomando el comtrol de mis horas menos ocupadas (libres, lo que se dice libres...).

Así que aquí estoy de nuevo. En estos días he aprendido un montón de cosas que me han inspirado unas cuantas ideas de las que os iré haciendo partícipes poquito a poco. Como ya dije, se avecinan cambios en mis blogs. Y dado que hay que empezar por algún sitio aprovecho para comunicar que hay un nuevo blog en mi lista (sí, es que me sobra tiempo). Ya está en marcha la segunda edición de El Club de las Noches en Vela y en esta ocasión viene acompañado de un podcast (si Tecnozuma lo permite). Esta vez no lo administro yo, así que es de suponer que todo irá como una seda. Hasta el momento tenemos a un viejo conocido y dos nuevos incautos posteando como posesos. En breve incorporaré mi personaje y espero que otros os animés ahora que aún podemos meter baza. Así pues, sólo agradeceros la paciencia que habéis tenido y amenazaros con un retorno abrumador de dalr y sus blogs. Pero otro día que hoy tengo sueño.