viernes, 21 de junio de 2013

Winter is leaving



El calendario, el barómetro, el Meteosat o el puñetero Weather Channel dirán lo que quieran, pero las estaciones van más allá de las certidumbres científicas. Si en Poniente es un cuervo blanco quien anuncia el fin del verano y amenaza con que se acerca el invierno, en nuestras tierras las que marcan la llegada del buen tiempo son las minifaldas.

La minifalda, ese icono de la cultura contemporánea que fue y sigue siendo no sólo símbolo de modernidad sino también de libertad y emancipación... no tiene nada que ver con lo que quería contar, pero por algún motivo se ha colado en este post. Dudo que se deba al vestidito monísimo y vaporoso que lucía la muchacha de la mariposa tatuada en la espalda que paseaba unos metros por delante de mi hace un rato en Rambla Catalunya y en la que apenas me he fijado... con gran esfuerzo por mi parte.

El asunto es, y este es el tema del que quería hablar, que con la llegada del calor nuestra vida cambia. Podemos invocarlo sin resultados en invierno y denostarlo cruelmente en verano, pero más allá de demostrar que no hay puñetera forma de tenernos contentos, el calorcito es el detonante de un conjunto de cambios que nos afectan a todos aunque a cada cual a su modo.

El más generalizado de estos cambios probablemente sea el de armario (que no, que no vuelvo con la minifalda). Pero aparte de embolsar abrigos y poner naftalina a los jerseys de lana, comprobar que el elástico del bañador no da más de sí o preguntarnos cómo era posible que saliésemos con esos colores a la calle el año pasado, hay muchos otros factores de cambio que indican que durante los próximos meses el mundo va a ser distinto, mejor.

En mi caso el cambio de estación lo marca el redescubrimiento de la maquinilla de afeitar. Y con ella, vuelven las terrazas, el café con hielo y las cervezas. Algún que otro helado, la horchata, la tortícolis (que nooooo, que no vuelvo a hablar de minifaldas), las gafas de sol, las bermuditas, las chanclas, la sonrisa de "Proud of my lorzs", la ingenua ilusión de que se avecinan unas vacaciones que no puedo pagar. Y la música.

Será casualidad o que el calor me altera los ritmos, pero en cuantito el invierno empieza a anunciar su retirada mi agenda se llena de actos musicales. Y no es que en invierno no haya, pero en primavera-verano hay más. En próximos artículos os cuento alguna de las cosas que han pasado y otras que están por pasar.

No me sudéis mucho...