miércoles, 21 de febrero de 2007

Tengo que decir algo...

Alguno de los que siguen un poquito este espacio recordará que hace unos días anunciaba solemnemente muy próximos cambios en mi vida laboral (que a fecha de hoy es el 99% de mi vida personal) que implicarían, sí o sí, disponer de más tiempo, entre otras cosas, para mis blogs. El lector observador se habrá percatado de que el ritmo de posteamiento ha disminuído sensiblemente. Esto se debe a que estoy encadenando una semana tras otra de pre-cambio de vida. El hecho es que aún no he podido tener la famosa conversación en la que se decidirá mi presente laboral pero mañana, o sea, hoy, empiezo en el sitio nuevo.., sin haber solucionado aún mi recorte horario en el antiguo. Motivo por el cual estoy más liado aún que cuando estaba tan liado que me lié (venga lío) la manta a la cabeza y decidí cortar por lo sano. Así que el blog anda muertecico el pobre y, lo que es peor, apenas me paseo por vuestros blogues, lo que me tiene totalmente fuera de onda. A duras penas puedo seguir el ritmo de los muchachos del Club de las noches en vela, que están de un prolífico que asusta (suerte que, como tengo enchufe con el administrador, me llegan todas las noveadades al correo electrónico y así me entero de los 20 o 30 nuevos comentarios que se generan cada día, que si no...)

Pero bueno. El hecho es que ayer prometí que hoy posteaba, y posteo, qué leches. Pero como no tengo tiempo de preparar lo que quería decir, recurriré a un vídeo que hace tiempo quería compartir con vosotros. Lo encontré gracias al amigo Traçman (¿estás ya por los bajos mundos?) y lo comparto con vosotros para que podáis disfrutar de uno de mis personajes preferidos de una de mis series preferidas. ¿Qué excusa pongo para colgar este vídeo? Pues que me da la gana debería ser suficiente, pero como soy de esos que se ha criado en un mundo en el que tienes que esperar a que sea el cumpleaños de alguien para hacerle un regalo, a que sea San Valentín para decirle a la parienta que la quieres o a que sea navidad para querer a todo el mundo... vamos, que como soy idiota, me he buscado una excusa. Y la excusa es... Es... A ver qué digo ahora...

Venga. La excusa es que ayer Kutxi estaba de bajón y, no me digáis por qué extraña asociación de ideas (tío, si puedes tener pesadillas conmigo yo puedo acordarme de esto cuando tú estás de bajón, así es la vida ;) pensé en Randy. Randy es el hermano... cómo lo diría... especial de Earl, el protagonista de me llamo Earl. Y es uno de los personajes más entrañables que ha dado la ficción televisiva. Quizás es un pelín lento y su filosofía de vida un tanto simple. Pero como hermano no tiene rival y, del mismo modo que cuando sonríe te alegra el día, cuando está triste pasa esto:



PD. Kutxi, anímate y no me pegues... ;)

Actualización 22/02/07:

Por fin he tenido la conversación pendiente con la jefa. Ha intentado que me comprometiera a hacer más horas de las que quería y recortarme la propuesta de sueldo (lógico, es su obligación). Como lo primero era imposible al menos hasta mayo, me respeta los horarios (a ver cuánto dura) y, eso sí, me hace una rebaja en el sueldo. Pero una rebaja razonable. Así que he aceptado, hemos charlado tranquilamente sobre cómo han ido las cosas en los últimos dos años y sobre cómo podemos mejorarlas, nos hemos dado mutuamente las gracias por el esfuerzo que hacemos renunciando cada cual a parte de nuestras espectativas respecto al otro... En fin. Que me quedo, con una ligera rebaja de sueldo, una considerable rebaja de horarios y un preocupante pero asumible aumento de responsabilidades. Asunto zanjado. No creo que pueda ir tan relajado como me gustaría pero creo que voy a poder dedicar algo de tiempo a la tesis que era lo que quería. Iré un poco de culo hasta el verano pero probablemente después las cosas se calmarán. Y todo ello sin que mi economía doméstica se resienta en exceso. Vamos, que la cosa ha salido muy bien y estoy contento. ¿Cuándo lo celebramos?

martes, 13 de febrero de 2007

¿Freaky yo? Por favor...

De pequeñito yo era raro. Y con el tiempo me he quedado en eso. Hace un par de años una alumna me dijo que era un poco freaky. Debo reconocer que, en el fondo, me hizo gracia. Pero hace un rato he vivido una experiencia extrasensorial que me ha demostrado que, para ser freaky, freaky de verdad, me quedan por comer muchas gachas.

Así estaba el sidecarHay que reconocer que me gusta el modo en que el frikismo ha ido ganando prestigio social. Las personas que hace unos años tenían que esconder sus rarezas para no acabar enbreado y emplumados, hoy pueden lucir con orgullo su forma de ser e incluso provocan admiración entre las masas. Eso está bien. La parte negativa del asunto es que se está poniendo de moda (con la paradoja que implica que lo raro sea moda) y cada vez hay más malas imitaciones de freaky corriendo por el mundo y haciendo ostentación de un frikismo vendido que se queda en el mero coleccionismo de objetos antaño de culto... cuando no en la pura imbecilidad.

Pero la experiencia que he vivido hoy me demuestra que aún quedan reductos en los que los auténticos frikies se desenvuelven como pez en el agua y el resto de mortales no podemos sino mirar con embobada admiración. Ahí va la historia de esta tarde.

Yo estaba echando una mano en el cierre del quiosco, como casi todas las tardes, cuando he recibido una llamada de una amiga proponiéndome una cena relámpago. Como había de ser muy relámpago y soy de esas personas a las que les cuesta juntar una N con una O, he sucumbido de inmediato a la tentación. La idea era clara y sencilla: bocata, actualización rápida de temas pendientes y a casita.

La cosa iba viento en popa hasta que se ha concretado la encerrona. Mi amiga había quedado con un grupete de amigos y su intención no era otra que liarme para que me sumara a la comitiva. Ni el hecho de que hiciera meses que me había hablado de esta gente pero jamás hubiera cumplido su promesa de presentármelos, ni siquiera la apabullante mayoría de simpáticas féminas en el grupo, me iban a hacer cambiar de opinión. Hasta que me han explicado el plan. Se trataba de ir al sidecar, un garito junto a la Plaza Real de Barcelona que frecuentábamos en la facultad, a participar en la tradicional noche Anti-karaoke que se celebra todos los lunes. Me habían hablado del espectáculo y no podía resistirme: un karaoke donde no suenan ni Ana Belén ni Luis Miguel y en el que la cualidad más apreciada por el público no son las dotes musicales sino el morrazo que le echan los que suben al escenario. ¿Sugerente, no?

Pues dicho y hecho. En cinco minutos estábamos en el sidecar, con un gin-tonic en la mano y esperando ansiosos junto al escenario que empezara el espectáculo. Lo que he vivido a continuación no puede describirse con palabras.

Rachel Arieff en pleno espectáculoTras una entrada espectacular de Rachel Arieff, la show woman anfitriona del evento, han empezado a pasar por el escenario un sinfín de habituales del lugar. Cada cual con su nombre de guerra, cada cual con su canción. Pero nada de lánguidas baladas desafinadas. Los anti-karaokianos demuestran un excelente gusto musical y no se amilanan ante nada. Bon Jobi, Queen, Abba, Rolling Stones, Village People o incluso Janise Joplin. Unas cuantas canciones que me sonaban pero no he podido ubicar y otras que no había oído en mi vida pero todas con una caña impresionante. El ritual es sencillo. Ese chavalín con gafas de pasta y mirada perdida que se agarraba a una Coca Cola en la barra, la muchacha de lacia melena que charlaba tranquilamente con las amigas, el cuarentón que tomaba cervezas con los colegas, el pipiolo de la camiseta de los Goonies que hacía el idiota con los colegas... transformados en auténticas bestias del escenario, rompiendo el aire con gritos desgarradores, arrastrándose por la tarima, saltando sobre la masa descontrolada o haciendo girar el micro sobre su cabeza agarrándolo por el cable. Ante su público eran auténticas estrellas del rock.

Alguno no canta un pimiento. Otros tienen muy buenas voces. Al final, eso es lo de menos. Lo importante es que viven con pasión lo que hacen y transmiten esa fuerza a un público entregado que corea las canciones, salta, baila, grita... Un auténtico espectáculo a ambos lados del escenario.

Como he dicho, no hay manera de expresarlo con palabras. Los que podáis, vividlo. Cada lunes en Barclona. Una vez al mes en Madrid (este miércoles estarán en la Sala el Sol para haceros olvidar los horrores de San Valentín). Sin duda una experiencia inolvidable que hoy he vivido como lurker, pero... quién sabe. Tal vez me anime algún día. Tal vez...

Para que os hagáis una idea de lo que hay, os dejo un vídeo. Es un reportaje de cuatrosfera sobre el anti-karaoke. Personalmente creo que no es de los mejores que han hecho. Se queda corto al reflejar el ambiente que se vive allí. En Youtube o en la web del evento encontraréis más vídeos bastante más representativos. Pero para haceros una idea, ahí va.



lunes, 12 de febrero de 2007

Hace unas semanas...

Hace unas semanas que he retomado el ritmo del blog, con irregularidades, por supuesto, pero lo he retomado. Hace unas semanas que este espacio es bastante más un weblog personal que de costumbre, y bastante menos una recopilación de enlaces a noticias sobre tecnología. Hace unas semanas que voy especialmente de cabeza y que dueremo menos de lo habitual, que ya era poco. Hace unas semanas que estoy especialmente contento. Voy a explicar, lo más someramente que pueda, qué está pasando hace unas semanas.

El que me conozca un poquito sabrá que soy una persona de vida difusa. Me gustan demasiadas cosas y me cuesta centrarme. Empiezo mucho y acabo poco. Intento llegar a todo y no estoy realmente en nada.

Si siempre fui lo que comunmente se llama un culo inquieto, con los años no sólo no he aprendido nada sino que he ido empeorando. Cada pequeño descubrimiento me abría un mundo por explorar y centenares de interrogantes a los que debía buscar respuesta. No las he encontrado, así que he seguido probando de aquí y de allá. Por eso siempre tengo innumerables frentes abiertos que rara vez quiero cerrar. Ya sea en el terreno laboral, la formación o las relaciones personales, donde hay un bombardeo al que apuntarse allí voy. Por eso renuncié a mi contrato indefinido y me hice autónomo. Por eso cuando me preguntan a qué me dedico necesito media hora para explicarlo todo. Por eso acumulo aficiones de las que me cuesta desprenderme. Así he llegado a ser, a la vez, responsable de comunicación y marketing, periodista, profesor, quiosquero, gestor de proyectos, webmaster, director de equipos, asesor... me he implicado cada vez más en un gremio y en una asociación profesional, he tomado clases de técnica vocal, he montado un gestor de contenidos, he llevado tres o cuatro blogs y hasta he leído algún libro o me he enganchado a cuatro o cinco series. Todo ello sin dejar de asistir a reuniones familiares o tomar de vez en cuando una cervecilla con los amigos. Todo eso, a veces, en la misma semana.

Hace unas semanas, como decía, bastantes semanas ya, encontré en fogonazos, uno de mis blogs preferidos, un comentario que llamó mi atención. Era de alguien que, al parecer, no hacía mucho que había abierto su blog. Sin embargo, su comentario (y los sucesivos) me llevaron a visitarlo y descubrí que, sin conocerlo de nada, tan sólo por su forma de expresarse, me caía bien. No es que me sorprenda mucho. Si en la vida real la gente nos cae bien o mal por sus actos, aquí lo hacen por sus palabras. Pero Kutxi me cayó especialmente bien y empecé a visitarlo con asiduidad. Allí encontré otra persona con la que me pasó exáctamente lo mismo. Sus comentarios me llevaron a su blog y, si bien al principio no entendí muy bien de qué iba, me llamó la atención la cantidad de personas que la visitaban asiduamente y el grado de complicidad que tenía con ellas. Norma era, sin duda, una persona muy especial. Tanto, que me aventuré a apuntarme a una quedada con otros bloggers a los que, por aquel entonces, apenas leía. Conocer a Goto, Blue e Irene fue una experiencia fantástica.

A partir de ahí me vi impulsado, como un año y pico antes, a escribir más a menudo y a poner más de mí en el blog. Y fueron llegando nuevos amigos, nuevos paseos por multitud de blogs, nuevos motivos por los que seguir escribiendo.

Pero mi frenética vida seguía. Hacía tiempo que mi situación laboral se me estaba yendo de las manos. Demasiados proyectos. Algunos demasiado interesantes para dejarlos. Otros demasiado importantes en lo personal. Otros, imprescindibles para asegurarme un plato de garbanzos en la mesa. No tenía tiempo para hacer todo lo que quería. O para recuperar viejos proyectos importantes.

Y de repente, hace unas semanas, las cosas se precipitaron. Una conversación con un viejo amigo me recordó lo importante que sería acabar de una vez la maldita tesis. Tenía que lograr tiempo y sólo podía sacarlo dejando proyectos interesantes, importantes o imprescindibles. No estaba dispuesto a renunciar a los interesantes y no quería dejar los importantes, así que debía hacer algo con los imprescindibles. Mientras cabilaba pasaron cosas. Las circunstancias hicieron que acabara como presidente de la asociación profesional a la que pertenecía, algo importante para lo que no estaba preparado pero, una vez metido, no podía abandonar así como así. Además, me enteré de una oferta interesante que, junto con el resto de cosas interesantes, no llegaba a compensar la imprescindible, pero era una señal.

Así que agarré el toro por los cuerenos y me fui a ver a la jefa. Le planteé llanamente mi situación y le expliqué mis opciones. Tenía una nueva oferta para un trabajo de cuatro horas más a la semana. Sumado a las cuatro y media que hago en otro sitio y a las cinco que tengo comprometidas en un tercero hasta abril, me hacía imposible seguir dándole sus 30 horas semanales. Además quería tiempo para centrarme en mi tesis. Así pues, o buscábamos el modo de reducir mi participación a 15 horas semanales aumentando el precio hora (teníamos prendientes un aumento de sueldo desde hacía cos años) o sintiéndolo mucho abandonaba el barco (y casi mi sustento, aunque eso no se lo dije).

Pareció entenderlo muy bien y me dijo que se lo pensaría, pero desde ese día me están cayendo todos los marrones de la casa y, el viernes, incluso una bronca descomunal por algo que apenas tiene que ver conmigo. Supongo que debo entender eso como un no. Mañana, aunque no me tocaba pasar por la oficina, me reuniré con ella para intentar solucionar ese problema que no es mío pese a que sí lo son las broncas. Seguramente la conversación me revelará cómo están las cosas, aunque tal vez, conociéndola, no pase nada. En cualquier caso, muy pronto voy a tener más tiempo libre. Un poquito más, manteniendo casi intactas mis posibilidades de comer tres veces al día, o muchísimo más tiempo... y a régimen.

En cualquier caso, estoy contento. Contento porque de un modo u otro voy a ganar tiempo. Contento porque voy a poder ponerme en serio con mi tesis. Contento porque en diez días empiezo un proyecto interesante nuevo. Contento porque, aunque sea a ratitos y de madrugada, voy a continuar con mis blogs y con mis nuevos amigos. Contento porque hoy (ya ayer) ha sido el cumpleaños de Norma y contentísimo porque tengo el mejor gurbi del mundo. Aquí os lo dejo para que lo disfrutéis. Felicidades, Norma. Y muchas gracias. Hace unas semanas no tenía ni idea de hasta qué punto necesitaba estas semanas. Hace unas semanas estaba casi tan cansado como hoy, pero no sabía cómo arreglarlo. Hace unas semanas no esperaba con tanta ilusión las semanas siguientes. Hace unas semanas era hace unas semanas. Y hoy ya es mañana.

Mi gurbi

Actualización 12/02/07 : 19:30:

Marrón ajeno solucionado. Y de lo mío... hablamos la semana que viene. Creo que alguna solución encontraremos pero, como siempre, tendré que esperar. En fin. Pues esperaremos, pero el tiempo corre...

jueves, 8 de febrero de 2007

El club de las noches en vela

Son las dos y pico de la mañana y, un día más, me voy a dormir de madrugada y sin haber tenido tiempo de añadir nada al blog (con la de cosas interesantes que están pasando). Así que aprovecharé estos últimos instantes de lucidez para presentar a lo grande algo que se ha perpetrado en los comentarios de Feakie de letras (lo siento Norma, tú dando Gurbis a diestro y siniestro y nosotros aprovechando tu espacio para conspirar sobre nuevos blogs. Menos mal que estás en el ajo, que si no...).

Se trata de El club de las noches en vela, una blogonovela colectiva para insomnes. La excusa es que sea un lugar de encuentro donde aquellos que por H o por B acabamos blogueando de madrugada podamos mostrar al público los efectos de nuestras noches sin dormir. El resultado es un blog colectivo en el que distintos bloggers iremos escribiendo historias sobre un personaje inventado por cada uno de nosotros, con la finalidad de que poco a poco se vayan relacionando y formen una historia común.

Los insomnes confesos somos los que iniciamos el proyecto, pero como comprenderéis, está abierto a la participación de todo el que quiera, incluso aquellos afortunados que en cuantito sale el Casimiro se van a la cama (aunque, eso sí, tendréis que soportar las aviesas miradas de los ojerosos).

De momento ya tenemos un poker de insomnes, y seguimos para bingo. Todo el que quiera participar con sus historias, que le eche un vistazo al apartado de funcionamiento (nosotros no tenemos reglas, porque con una Norma, vamos sobraos) del blog y mande un mail pidiendo el alta. El resto, podréis disfrutar de nuestras paraonias a cualquier hora del día y dejar cuantos comentarios os plazca. A ver qué tal sale la cosa.

Así pues, quien quiera unirse como socio o como visitante a El club de las noches en vela, aquí tiene una nueva casa:

http://velaclub.blogspot.com

jueves, 1 de febrero de 2007

El ego y la venta telefónica

Quiosquero ha contado hoy unas cuantas anécdotas sobre venta telefónica. Me ha recordado a una historia que me pasó en la oficina el mes pasado.

Por el cargo que pone en mi tarjeta de visita es habitual que me pasen todas las llamadas que tienen que ver con medios de comunicación, ferias y festejos varios. Me hace especial gracia cuando me llaman de "una empresa que se encarga del especial loquesea de tal periódico". Como uno tiene experiencia en estos temas suelo cortar la conversación en seguida, pero en ocasiones, si quien llama me parece agradable (lo confieso, normalmente si es agradabla) dejo que siga. Me cuenta cómo van a distribuir el especial, que irá encartado en el diario del que se editarán tropecientos ejemplares, que mi empresa es supermegarepresentativa del sector y les encantaría hacernos un reportaje o una entrevista a bombo y platillo para que todos nuestros clientes vean lo megaguays que somos... Cuando empieza a frenar le pregunto: ¿Cuánto?. Entonces se quedan muy parados y me dicen que no, que representan a un medio muy serio y que por supuesto no cobran ni un duro por la información publicada y... Entonces no puedo aguantar más y les cuento que llevo casi diez años en el sector, que he participado en un montón de especiales similares y que, por supuesto, la información no se paga pero que seguro que hay unos gastillos de impresión, o de distribución o que para entrar en el cotarro hay que poner un anuncio... así que ¿cuánto? Aquí es cuando se ríen y dicen que se alegran de encontarse con alguien que ya se lo sepa (y una leche) y empezamos a hablar de precios.

Aunque personalmente opino que este tipo de prácticas está en el lado de fuera de la ética periodística, reconozco que para algunas empresas es intesante y que, si se hace con un mínimo de decencia, no se hace daño a nadie. Una cosa bien distinta es lo que me pasó el otro día.

Recibí una llamada de una empresa (no la había oído en mi vida) que estaba organizando una especie de congreso. Según me dijo, algunos de los participantes habían mostrado interés en nuestro producto y querían que participáramos (claro, si yo quiero un producto, en vez de ir a la web o llamar para comprarlo, me gasto el triple en patrocinar un evento para que inviten a mi futuro proveedor... lógica pura). Como pese a la treta el tema del congreso me pareció interesante le pedí que me mandara información y que me llamara tres días después, ya que en dos días teníamos una reunión del equipo de marketing en el que se deciden estas cosas. Le pareció estupendo y me mandó la información.

Al día siguiente me pasan una llamada de recepción advirtiéndome de que es un plomo que insiste en hablar con la jefa pero, que como se trata de un congreso, me lo pasa a mi. Me huelo que pueda tener algo que ver con la llamada del día anterior y mis sospechas se confirman de momento. La conversación va tal que así:

Yo - Buenas
El Pesao - Oh, cómo te ha cambiado la voz
Yo - (haciendo ver que no sé por dónde van los tiros) ¿Perdón?
EP - Es que pedí hablar con Mariadelosdolores y tienes una voz muy ronca para ser ella
YO - (serio) Tal vez sea porque no soy Mariadelosdolores
EP - ¿Y con quién hablo?
Yo - Con d@lr
EP - Encantado darl (¿porqué me tutea y por qué me cambia el nombre?). Verás llamo porque estoy organizando un congreso de nosequé. Me parece que hablaste con mi compañero nosecuantos. ¿Lo recurdas?
Yo - Por supuesto. Fue ayer. Quedamos en que me llamaba pasado mañana, cuando hubiéramos tenido la reunión del comité que estudia estos temas.
EP - Ya, por eso quería hablar con Mariadelosdolores. Verás, es que yo soy el director general y por eso quería hablar con la persona responsable porque quiero hablar con alguien que tenga poder de decisión.
Yo - (A partir de aquí, con el tono más desenfadado y campechano posible) El poder de decisión en estos temas lo tengo yo. Decido si la propuesta pasa a comité o no. Y es exáctamente lo que te hubiera dicho Mariadelosdolores.
EP - Sí claro. Pero verás, yo soy el director general de mi empresa y suelo hablar siempre con directores generales y gerentes, pero como me han pasado contigo...
Yo - Te han pasado conmigo porque yo llevo estos temas. Mariadelosdolores no sabrá nada de vosotros hasta que se lo cuente yo en la reunión y si te hubieran pasado con ella, ella te hubiera pasado conmigo.
EP - Lo que no entiendo es porqué me pasan contigo cuando he pedido que me pasen con Mariadelosdolores.
Yo - (En la oficina se ha hecho el silencio y todo el mundo me mira partido de risa) Y yo no entiendo por qué tienes que hablar con Mariadelosdolores si todo lo que había que hablar ya lo hablé ayer mismo con tu compañero.
EP - (Condescendiente) Bueno darl (y dale). Lo siento si he herido tu ego pero como te he dicho soy el director general y siempre hablo con directores generales.
Yo - (riendo) No, si no tengo ningún problema de ego. Quizás lo tienes tú que sólo hablas con directores generales. Yo estoy igual de cómodo hablando con un director general que con...
EP - (cortándome, muy seco). Está bien. No perdamos más el tiempo. ¿Sabes lo que te digo? No queremos que participéis en nuestro congreso.

Y colgó.

Me giré muerto de risa a mis compañeros que estaban partiéndose la caja, y eso que sólo habían oído mis respuestas. Vítores, risas y bastante recochineo. Cuando se lo expliqué a Mariadelosdolores pidió que si el sujeto volvía a llamar se lo pasaran inmediatamente para reirse también un buen rato. Es que hay gente con muchas ínfulas y claro, si me tocan el ego...