lunes, 2 de noviembre de 2009

Subvención de la cultura o la cultura de la subvención

Sobre lo que ocurre con el dinero público, nuestro dinero, hay estos días en la prensa un buen puñado de ejemplos que nos permiten hacernos una idea. El hecho de que unos cuantos casos salgan a la luz en un corto periodo de tiempo, y que esto ocurra en unos tiempos en que la gente se queda en la calle porque parece ser que hay crisis, hace que la información cobre mayor relevancia. Pero lo triste del asunto es que no vemos más que la punta del iceberg. Como las moscas a la mierda, los chorizos acuden en tropel a donde hay dinero. Y el vertedero más suculento es el dinero que manejan personas a quienes no les pertenece y por tanto ponen menos celo en su cuidado. El dinero público, el que parte de nuestros impuestos, es dinero de otros. Y el dinero de otros (aunque en definitiva lo hayamos pagado nosotros) puede adjudicarse con una ligereza que no tendríamos ni con una moneda que acabamos de encontrar en un charco.

No voy a hablar de los recientes casos de corrupción. Al menos no hoy. Tampoco voy a sumarme a la corriente fácil de meter a todo el mundo en el mismo saco y afirmar que todos los funcionarios públicos, todos los políticos... etc. roban a manos llenas. Ni siquiera una mayoría. Acepto que la gente sin escrúpulos es una minoría (si fuesen mayoría al menos el dinero se distribuiría más equitativamente) y que los que finalmente son desenmascarados una minoría dentro de la minoría. Este artículo no pretende demonizar a nadie. Más bien abrir una reflexión a partir de un caso, anecdótico si se quiere, que acaba de llegar a mi conocimiento.

He recibido una carta en la que se expone el caso de una película que no habéis visto ni, por lo que leo, veréis nunca. Una película que ha sido posible en buena parte gracias a subvenciones destinadas a promover la cultura. Unas subvenciones que, personalmente, encuentro muy adecuadas, siempre y cuando quien las otorga se tome la molestia de comprobar que el dinero entregado sirve para aquello para lo que fue concedido. En mi opinión, una subvención a una película pretende, al menos, que una obra cuya rentabilidad económica no está clara tenga la oportunidad de llegar al público y ser vista por la gente. Una oportunidad que nunca tendría si el único criterio para ser financiada fuera su potencial comercial. Pero como ya he dicho ni habéis visto ni veréis la película. Entonces... ¿Para qué se subvenciona?

En la carta que adjunto se explica todo lo ocurrido. Podréis haceros vuestra propia composición de lugar. Me limitaré a añadir un par de elementos de contexto que me parecen importantes. En estos días hay una gran polémica con motivo del desarrollo de la ley del cine. Como siempre en estos casos, la parte más controvertida es la referida a la política de subvenciones al cine español. Algunos cineastas han visto en esta ley una clara apuesta por las grandes producciones dejando de lado los pequeños proyectos. Podéis leer al respecto aquí. Algunos podrían pensar que los hechos que motivan esta carta dan argumentos a favor de la nueva ley. Sería una lectura simplista. Es evidente que es necesario regular y revisar constantemente los sistemas de ayudas. Pero más evidente aún es que ninguna ley de ayudas sirve absolutamente de nada si luego no se disponen instrumentos para controlar que los objetivos de las citadas ayudas se cumplan. Mientras discutimos a quién hay que subvencionar, hay hordas de chupópteros estudiando el texto de la ley para descubrir cómo beneficiarse de las subvenciones sin hacer nada. Mientras tanto, los que no entienden de subvenciones pero las necesitan para hacer realidad sus proyectos se ven entre la espada de gente sin escrúpulos pero con contactos y la pared de una financiación cuyas puertas sólo pueden abrir los de la espada. En fin. Mejor leed la carta y ya la comentaremos.

Más información:

'Soy un pelele', radiografía del cine español y sus subvenciones, en internautas.org
Página oficial de Soy un Pelele

CARTA ABIERTA DE DENUNCIA DEL ESTRENO FANTASMA DE “¡SOY UN PELELE!”
Rogamos la difusión pública de esta nota en la que denunciamos cómo el esfuerzo colectivo para realizar una película se ve tristemente frustrado cuando una productora se aprovecha de la posibilidad de obtener ayudas públicas sin tener obligación de estrenar sus películas de la manera adecuada. Éste es el caso de “¡Soy un pelele!”, de Hernán Migoya, que ha sido estrenada silenciando su difusión, sin convocatoria de prensa y sin siquiera disponer del cartel oficial del filme para su exhibición en las salas. La productora del filme, Iris Star, con sus responsables al frente, Pere Domènech y su hijo Jaume Domènech, nunca han mostrado interés en la exhibición apropiada de la película, salvo para obtener subvenciones.

Desde el inicio del proyecto, en el año 2003, éstos son los desmanes cometidos por Iris Star:
Oscurantismo absoluto en torno al presupuesto de la película. Ni siquiera el director supo nunca de qué dinero disponía para realizar el filme.
Se falseó públicamente el número de semanas destinadas al rodaje de “¡Soy un pelele!”. En el dossier de prensa oficial, figuran como 8 semanas las dedicadas a la filmación, cuando en realidad fueron 27 días (menos de 6 semanas), concretamente del 2 de noviembre al 12 de Diciembre de 2006.
Una semana antes de empezar a rodar, pretenden despedir al director, porque les parece excesivo el planning de rodaje. Más tarde averiguaremos que su intención era reducir la filmación a quince días, la mitad de lo requerido.
Interrupción abrupta y sin explicaciones del rodaje, a tres días de concluirse el plan previsto de 6 semanas.
Retención por parte de la productora del material rodado a lo largo de un año entero, sin posibilidad de acceso a él para su visionado y montaje.
Transcurrido más de un año, el montaje ya realizado demuestra que, efectivamente, se necesita rodar el material extra que la productora se negó a filmar en su momento, para la completa comprensión del guión. Se reúne de nuevo a todo el equipo, más de doce meses después, para un solo día de rodaje concedido. Iris Star deja a deber el sueldo de casi todo el personal movilizado -incluyendo la remuneración por la banda sonora a los músicos y al compositor principal, Refree, que ha trabajado sin contrato hasta hace escasos días-, y sólo accede a empezar a pagarlo cuando se le echa encima el límite de fecha de estreno, impuesto por los organismos públicos.
Seleccionada en la Sección Oficial No competitiva del Festival Internacional de Cinema de Catalunya SITGES 2008, los responsables de Iris Star no hacen acto de presencia en la rueda de prensa del filme, temerosos de que algún periodista saque a colación el hecho de que la película ha sido rodada enteramente en lengua castellana. Se le solicita al director por parte de los responsables de la productora que, de ser requerido sobre el tema, afirme una falsedad: que la película sí está rodada en catalán, pero extremadamente bien doblada al castellano. Todo lo cual induce a sospechar que se esconden intereses ocultos referentes a ayudas económicas de la Generalitat de Catalunya, destinadas a proyectos rodados en lengua catalana.
Un año después de su exhibición en el Festival de Sitges, Iris Star no tiene más remedio que estrenar la película, presuntamente para cobrar otra subvención que así lo estipula. Debido a la presión del propio director, la productora se ve obligada a salir con varias copias, siete en total -trece menos de las acordadas inicialmente-, pero sin duda más de las que la empresa hubiera deseado.
Iris Star, en todo momento, evita implicarse en promocionar el estreno:
-A día de hoy, todavía no se ha difundido el tráiler de la película, montado por el propio director para su difusión por televisiones y cines, igual que tampoco se difundió a los medios correspondientes, meses atrás, el videoclip del tema principal de la película, compuesto por Refree e interpretado por los Hermanos Calatrava.

-El estreno no se confirma a la propia jefa de prensa hasta dos semanas antes de la fecha escogida, impidiendo una labor adecuada de promoción, hasta el punto de motivar la dimisión de esta profesional.

-La rueda de prensa, prevista para el día jueves 22 de Octubre de 2009, se llevó a cabo en el Cine Palafox de Madrid sin haberse realizado absolutamente ningún comunicado oficial previo ni nota de prensa a los medios, debido a lo cual únicamente asistieron dos periodistas, gracias a que habían sido avisados por el propio director. La prensa, sencillamente, no fue convocada por Iris Star.

-A la rueda de prensa tampoco pudo acudir el protagonista masculino de la película, Roberto Sanmartín, debido a la incompetencia a la hora de reservarle un vuelo desde las Islas Canarias, dado que se facturó el billete a su nombre artístico.

Tan poco interés ha manifestado la productora en la difusión del estreno de la película, que ni siquiera dispone de las copias del cartel original de la misma para suministrarlas a las salas de exhibición. Red Pixel, el estudio de diseño original del cartel -ya utilizado en el preestreno en Sitges-, se negó a facilitar de nuevo los archivos para la impresión del mismo ya que Iris Star no ha efectuado el pago del trabajo realizado –motivo por el cual ha sido realizada la correspondiente demanda judicial-, por lo que la productora improvisó por su cuenta y riesgo la recreación de un cartel imitativo, utilizando sin permiso de su autor las mismas fotografías en baja resolución. El resultado es tan grotesco que incluso han olvidado incluir en el cartel “recreado” el nombre de la protagonista femenina, la actriz Rosa Boladeras.

No existe mayor frustración para un equipo de artistas que el hecho de que el fruto de su trabajo ¡de seis años! sea maltratado y silenciado de tal manera, en aras de la especulación económica.

Toda obra artística financiada con ayudas públicas debe tener la oportunidad de ser accesible al público. Todos los ciudadanos deben tener la posibilidad de conocer y, si lo desean, acceder a aquellas obras que se han co-financiado con sus impuestos: en este caso, se ha impedido cualquier posibilidad de que el público tenga conocimiento de su existencia para decidir si desea acudir al cine o no.

¿Tiene derecho una productora que recibe dinero de las administraciones públicas a realizar estrenos fantasmas, falseando presuntamente el idioma de filmación original, reduciendo al máximo las partidas destinadas a rodaje, tiradas de copias y difusión, e impidiendo que el público pueda acceder a la obra realizada con ese dinero?

Creemos que es una vergüenza que, mientras la inmensa mayoría de las productoras de nuestro país luchan para mejorar la calidad y difusión de nuestro cine, exista aún una productora subvencionada a la que le conviene económicamente no estrenar como es debido sus películas, dando la espalda olímpicamente a los posibles ingresos de taquilla y obteniendo beneficios con la mera especulación de las ayudas obtenidas desde las administraciones públicas.

¿Por qué Iris Star ha cambiado de nombre como empresa (ahora es Stardis) y de sede social? ¿Tal vez pretende burlar el rastro de sus acreedores y así seguir solicitando nuevas subvenciones para nuevos proyectos que tampoco llegarán a conocimiento del público?

Obviamente, los abajo firmantes no estamos cuestionando la política de subvenciones públicas ni la profesionalidad de nuestro gremio, solamente la existencia de un caso absolutamente aberrante, que por su desfachatez avergüenza al resto del sector audiovisual.

Por todo ello, solicitamos que los medios de comunicación investiguen a fondo y denuncien llegado el caso, y que los organismos públicos garanticen la transparencia en la concesión de subvenciones para asegurar la sana administración de las ayudas otorgadas, y para que no se repita la existencia de empresas parasitarias en nuestra industria.

A 26 DE OCTUBRE DE 2009, FIRMAN ESTA DECLARACIÓN:

Hernán Migoya, director de ¡Soy un pelele!
Roberto San Martín, actor de ¡Soy un pelele!
Rosa Boladeras, actriz de ¡Soy un pelele!
Francisco Calatrava, actor de ¡Soy un pelele!
Jordi Ordóñez Medina, actor de ¡Soy un pelele!
Francesc Prat Dutren, ayudante de dirección de ¡Soy un pelele!
Bernat Bosch, director de fotografía de ¡Soy un pelele!
Nina Caussa, ayudante de producción de ¡Soy un pelele!
Anna Pons García, figurinista de ¡Soy un pelele!
Làia Serra Ros, Dpto. de Arte de ¡Soy un pelele!
Pepe Cáceres, técnico de sonido de ¡Soy un pelele!
Fric López Verdeguer, key grip de ¡Soy un pelele!
Juan Andrés Pegoraro, foto fija de ¡Soy un pelele!
Anna Solanas Santacana, sonorista de ¡Soy un pelele!
Luis Roldán, diseñador cartel de ¡Soy un pelele!

Y por si alguien es de la opinión de que hay películas cuyo derecho a la exhibición no merece ser defendido, incluimos una crítica de Fausto Fernández, crítico y especialista de la revista Fotogramas; crítica que no será nunca publicada, pues Iris Star no avisó a tiempo del estreno de ¡Soy un pelele! Fausto Fernández ha tenido la gentileza de enviarnos el texto y permitirnos su difusión pública.

¡Soy un pelele! ***** por Fausto Fernández

Yerma pradera pecadora de amnésicos sin talento, la producción cinematográfica nacional sigue empeñada en relegar al olvido a quienes osan cabalgar(la) a contracorriente...del stablishment avinagrado, que no del público, ese forastero siempre ignorado, Hernán Migoya, forastero en tierra extraña (y enemiga) habla en su estupenda puesta de largo en el ídem de lo que los castrantes convencionalismos hacen a nuestro cine y a nuestras vidas: nos reprimen.

Olvidar para vivir, así sucede en estas ricas peripecias de un director sin identidad y una guionista enamorada reescribiendo ese amor a golpe de revisión, ácrata y juerguista, de géneros. Encuentro en París, esa capital metacomedia de Richard Quine, se erige en el eje del film, aunque no en el único: en esta vitalista, cínica, divertida y emocionante coda romántica al ozorismo o a Russ Meyer (convierte a los nudies sesenteros en versos hipnóticos que rimarían con Alain Resnais o Marguerite Duras), el Pierrot el loco de Godard se da la mano (o le mete mano) a Billy Wilder o a Howard Hawks (Su juego favorito pasada por el universo farrellyano).

Generosamente, ¿suicidamente?, el francotirador padre de Kung-Fu Kiyo o DNI reúne en su película las señas de identidad de la comedia de enredos sexuales-sentimentales para que el público se tronche. Es verdad que ya muchos no están para simplemente reír sin coartadas intelectualoides, y que ¡Soy un pelele!, en términos billywilderianos, estaría más cerca de la odiada Bésame, tonto que de Con faldas y a lo loco, pero incluso ahí resalta el estilo y el compromiso del autor.

Dirigida con rabiosa e inocente libertad, con una asombrosa elegancia (o procacidad) y con una magia especial en el trato con los actores (si hubiera justicia el gran Calatrava se llevaría un Goya), ¡Soy un pelele! es una pequeña gran maravilla, un puñetero regalo para amantes del cine que está, sí, puñeteramente vivo. Un canto de cachondo amor libertario que no nos gustaría olvidar jamás. Para quienes odien ser peleles del mainstream.

Lo mejor: está escrita, dirigida e interpretada desde el corazón, y la entrepierna.
Lo peor: su pésimo estreno comercial.

domingo, 1 de noviembre de 2009

He vuelto

Sigo cansado, aunque voy saliendo lentamente de mi letargo. Tras unos meses de silencio llevo unas cuantas semanas acumulando indignaciones (y alguna que otra alegría) con la esperanza de que su suma me diera fuerzas para derrotar la desidia y volver a pasear los dedos por el teclado. Hay algunas historias a las que le he estado dando vueltas y puede que en breve escriba algo sobre ellas. Pero acaba de llegarme una carta que me parece muy apropiada para retomar el hilo del blog. Como siempre, será a mi aire. Cuando me apetezca y sin marcarme objetivos que no estoy dispuesto a cumplir. He vuelto.