Hace unas semanas que he retomado el ritmo del blog, con irregularidades, por supuesto, pero lo he retomado. Hace unas semanas que este espacio es bastante más un weblog personal que de costumbre, y bastante menos una recopilación de enlaces a noticias sobre tecnología. Hace unas semanas que voy especialmente de cabeza y que dueremo menos de lo habitual, que ya era poco. Hace unas semanas que estoy especialmente contento. Voy a explicar, lo más someramente que pueda, qué está pasando hace unas semanas.
El que me conozca un poquito sabrá que soy una persona de vida difusa. Me gustan demasiadas cosas y me cuesta centrarme. Empiezo mucho y acabo poco. Intento llegar a todo y no estoy realmente en nada.
Si siempre fui lo que comunmente se llama un culo inquieto, con los años no sólo no he aprendido nada sino que he ido empeorando. Cada pequeño descubrimiento me abría un mundo por explorar y centenares de interrogantes a los que debía buscar respuesta. No las he encontrado, así que he seguido probando de aquí y de allá. Por eso siempre tengo innumerables frentes abiertos que rara vez quiero cerrar. Ya sea en el terreno laboral, la formación o las relaciones personales, donde hay un bombardeo al que apuntarse allí voy. Por eso renuncié a mi contrato indefinido y me hice autónomo. Por eso cuando me preguntan a qué me dedico necesito media hora para explicarlo todo. Por eso acumulo aficiones de las que me cuesta desprenderme. Así he llegado a ser, a la vez, responsable de comunicación y marketing, periodista, profesor, quiosquero, gestor de proyectos, webmaster, director de equipos, asesor... me he implicado cada vez más en un gremio y en una asociación profesional, he tomado clases de técnica vocal, he montado un gestor de contenidos, he llevado tres o cuatro blogs y hasta he leído algún libro o me he enganchado a cuatro o cinco series. Todo ello sin dejar de asistir a reuniones familiares o tomar de vez en cuando una cervecilla con los amigos. Todo eso, a veces, en la misma semana.
Hace unas semanas, como decía, bastantes semanas ya, encontré en
fogonazos, uno de mis blogs preferidos, un comentario que llamó mi atención. Era de alguien que, al parecer, no hacía mucho que había abierto su blog. Sin embargo, su comentario (y los sucesivos) me llevaron a visitarlo y descubrí que, sin conocerlo de nada, tan sólo por su forma de expresarse, me caía bien. No es que me sorprenda mucho. Si en la vida real la gente nos cae bien o mal por sus actos, aquí lo hacen por sus palabras. Pero
Kutxi me cayó especialmente bien y empecé a visitarlo con asiduidad. Allí encontré otra persona con la que me pasó exáctamente lo mismo. Sus comentarios me llevaron a su blog y, si bien al principio no entendí muy bien de qué iba, me llamó la atención la cantidad de personas que la visitaban asiduamente y el grado de complicidad que tenía con ellas.
Norma era, sin duda, una persona muy especial. Tanto, que me aventuré a apuntarme a una quedada con otros bloggers a los que, por aquel entonces, apenas leía. Conocer a
Goto,
Blue e
Irene fue una experiencia fantástica.
A partir de ahí me vi impulsado, como un año y pico antes, a escribir más a menudo y a poner más de mí en el blog. Y fueron llegando nuevos amigos, nuevos paseos por multitud de blogs, nuevos motivos por los que seguir escribiendo.
Pero mi frenética vida seguía. Hacía tiempo que mi situación laboral se me estaba yendo de las manos. Demasiados proyectos. Algunos demasiado interesantes para dejarlos. Otros demasiado importantes en lo personal. Otros, imprescindibles para asegurarme un plato de garbanzos en la mesa. No tenía tiempo para hacer todo lo que quería. O para recuperar viejos proyectos importantes.
Y de repente, hace unas semanas, las cosas se precipitaron. Una conversación con un viejo amigo me recordó lo importante que sería acabar de una vez la maldita tesis. Tenía que lograr tiempo y sólo podía sacarlo dejando proyectos interesantes, importantes o imprescindibles. No estaba dispuesto a renunciar a los interesantes y no quería dejar los importantes, así que debía hacer algo con los imprescindibles. Mientras cabilaba pasaron cosas. Las circunstancias hicieron que acabara como presidente de la asociación profesional a la que pertenecía, algo importante para lo que no estaba preparado pero, una vez metido, no podía abandonar así como así. Además, me enteré de una oferta interesante que, junto con el resto de cosas interesantes, no llegaba a compensar la imprescindible, pero era una señal.
Así que agarré el toro por los cuerenos y me fui a ver a la jefa. Le planteé llanamente mi situación y le expliqué mis opciones. Tenía una nueva oferta para un trabajo de cuatro horas más a la semana. Sumado a las cuatro y media que hago en otro sitio y a las cinco que tengo comprometidas en un tercero hasta abril, me hacía imposible seguir dándole sus 30 horas semanales. Además quería tiempo para centrarme en mi tesis. Así pues, o buscábamos el modo de reducir mi participación a 15 horas semanales aumentando el precio hora (teníamos prendientes un aumento de sueldo desde hacía cos años) o sintiéndolo mucho abandonaba el barco (y casi mi sustento, aunque eso no se lo dije).
Pareció entenderlo muy bien y me dijo que se lo pensaría, pero desde ese día me están cayendo todos los marrones de la casa y, el viernes, incluso una bronca descomunal por algo que apenas tiene que ver conmigo. Supongo que debo entender eso como un no. Mañana, aunque no me tocaba pasar por la oficina, me reuniré con ella para intentar solucionar ese problema que no es mío pese a que sí lo son las broncas. Seguramente la conversación me revelará cómo están las cosas, aunque tal vez, conociéndola, no pase nada. En cualquier caso, muy pronto voy a tener más tiempo libre. Un poquito más, manteniendo casi intactas mis posibilidades de comer tres veces al día, o muchísimo más tiempo... y a régimen.
En cualquier caso, estoy contento. Contento porque de un modo u otro voy a ganar tiempo. Contento porque voy a poder ponerme en serio con mi tesis. Contento porque en diez días empiezo un proyecto interesante nuevo. Contento porque, aunque sea a ratitos y de madrugada, voy a continuar con mis blogs y con mis nuevos amigos. Contento porque hoy (ya ayer) ha sido el cumpleaños de Norma y contentísimo porque tengo el mejor gurbi del mundo. Aquí os lo dejo para que lo disfrutéis. Felicidades, Norma. Y muchas gracias. Hace unas semanas no tenía ni idea de hasta qué punto necesitaba estas semanas. Hace unas semanas estaba casi tan cansado como hoy, pero no sabía cómo arreglarlo. Hace unas semanas no esperaba con tanta ilusión las semanas siguientes. Hace unas semanas era hace unas semanas. Y hoy ya es mañana.

Actualización 12/02/07 : 19:30:Marrón ajeno solucionado. Y de lo mío... hablamos la semana que viene. Creo que alguna solución encontraremos pero, como siempre, tendré que esperar. En fin. Pues esperaremos, pero el tiempo corre...