miércoles, 19 de marzo de 2008

El mejor tenor de todos los tiempos

Llevo tres semanas con este artículo y lo menos me quedan tres más, así que lo voy a colgar ya. Iré actualizándolo. (Última actualización 14/04/2008 - Nuevos vídeos)

La revista BBC Music Magazine ha publicado una lista de los 20 mejores tenores de todos los tiempos. La lista se ha configurado con los resultados de una encuesta a un grupo de expertos en ópera. El ganador, Plácido Domingo.

Todas estas listas son de por sí polémicas. Para empezar, ¿qué significa ser el mejor tenor de todos los tiempos? Si la calidad es difícilmente objetivable en cualquier aspecto de la vida, tanto más cuando nos referimos a personas. En cualquier caso, son las opiniones de un grupo de expertos y como opiniones debemos valorarlas. A partir de aquí, empieza el cambio de cromos. Que si por qué está éste y no aquél. Que si fulanito es mucho mejor que menganito y debiera estar más arriba. Que si a tal lo escuché en tiempos de carracuca y desafinaba como una espuerta de gatos...

El caso es que, aunque no creo en estas listas, me he alegrado mucho cuando la he leído. Y es que Domingo ha sido para mí hasta hace poco el mejor tenor de todos los tiempos. Justo hasta que he dejé de creer en que había un mejor lo que sea de todos los tiempos. Me explico.

Empecé a escuchar música clásica (término en el que englobaba prácticamente a toda la música que se tocaba con orquesta) cuando tenía unos doce años. Hasta ese momento no era consciente de la cantidad de música clásica que había oído y mis favoritas eran las que me sonaban, normalmente porque las identificaba con la banda sonora de una película o un anuncio. Así que mi música clásica favorita la formaban piezas con nombres tan interesantes como la de Apocalipse Now, la de 2001, la del anuncio del caballo (que resultó ser la del anuncio deun montón de cosas), el de miel de la Granja San Francisco o la de Supermán (que decepción me llevé el día que me enteré de que Williams estaba vivo y había reducido a la mitad mi catálogo de música clásica...)

Por aquel entonces en mi casa había tres discos de música clásica. Las cuatro estaciones de Vivaldi, obras para piano de Chopin (donde estaba la del anuncio de ballerina) y la Suite Española de Albéniz, aparte de un par de grabaciones horrorosas (las grabaciones, se entiende) de Zarzuela . Después apareció el Sr. Haro, un profesor de música que nos hacía llevar música a clase todas las semanas. Empecé saqueándo a los vecinos (el del 6º 2ª tenía una colección maravillosa) y luego empecé a poner en la carta a los reyes, junto a lo último de Olé Olé, cosicas como los Conciertos de Brandemburgo o la Pastoral de Beethoven. Finalmente llegó a casa una oferta de una entidad bancaria que regalaba una colección de clásicos imprescindibles por poner un dinerillo (que no tenía) a plazo fijo. Cuando se acabó el plazo me ofrecieron renovarlo a cambio de una colección similar con las óperas más famosas. Así empezó mi discoteca.

La verdad es que a la ópera no le presté mucha atención al principio. Siempre decía, la ignorancia es atrevida, que me gustaba la música pero me estorbaban los gritos. Por eso empecé por los preludios. Luego vinieron los coros. Finalmente llegaron las arias. Primero las de soprano. La Casta Diva de Norma. Un vel di vedremo, de Madam Butterfly. La Habanera de Carmen. O mio babbino caro, de Gianni Schicchi... Hasta que un buen día tres señores muy simpáticos aprovecharon un mundial de fútbol para devertirse un buen rato cantando arias de tenor. La verdad es que ya escuchaba antes, pero me sirve como excusa. El caso es que más o menos por aquella época descubrí que era Dominguista.

Entonces no lo sabía, pero acababa de tomar una de esas decisiones que te marcan para toda la vida, como elegir equipo de fútbol. Entrelos melómanos la comunidad de fanáticos de Domingo es casi tan grande como la de sus detractores y las discusiones son encarnizadas. Yo era de los primeros y pasé de escuchar ópera a escuchar a Plácido Domingo. A partir de ese día (y hasta hace muy poquito) en mi carta a los reyes no faltaba el título de una ópera junto a las palabras por Plácido.

Estaba de enhorabuena. Si algo es fácil hoy enb día es encontrar una grabación de ópera por Plácido Domingo. Y es que estamos ante, probablemente, el tenor con el repertorio más amplio de la hisotria (130 papeles). Lo ha cantado casi todo y, casi todo lo que ha cantado, lo ha grabado. Esta ha sido sin duda una de las cosas que más han valorado los señores de la BBC. Si Caruso parecía el más grande porque fue el primero de los grandes que dejó grabaciones (de los primeros años del siglo XX), Domingo ha vivido su larguísima carrera en los tiempos en que la industria discográfica ha experimentdo sus más espectaculares mejoras, irrupción del digital incluída.

¿Convierte esta particularidad a Plácido en el mejor tenor de todos los tiempos? Sin duda no. Pero de cuanto ha hecho ha dejado constancia sonora en la mejor calidad posible.

Lo que más me gusta de Domingo, aparte de esa voz tan amplia que le permite moverse por papeles variadísimos que incluyen el repertorio lírico, el Spinto, el dramático, el Helden.., es que además de un gran cantante es un excepcional intérprete. Actúa cantando. Y eso en la ópera es fundamental. Hay voces más bonitas. Las hay con mayor facilidad para el agudo. Las hay más ágiles. Las hay más potentes. Pero Domingo hace que los personajes sean creíbles.

Hoy no compro exclusivamente discos de Domingo. Creo que he dado un paso más en mi evolución como amante de la ópera y empiezo a tener mi cantante preferido para cada papel. He descubierto que hay cosas que Domingo no puede hacer como lo han hecho otros. Ni puñetera falta que le hace. Por eso me gusta esta lista. Porque me permite descubrir a otras voces que se me hubieran escapado si hubiera segudio endomingado.

Antes de presentaros a los, quizás, 20 mejores tenores de todos los tiempos, una apreciación. En la lista sólo aparecen dos tenores en activo. Domingo (el primero) y el jovencísimo Juan Diego Flórez. Que Flórez esté ahí tiene muchísimo mérito. A sus 35 años tiene aún mucho que demostrar y sin embargo se ha colado en una lista donde no aparecen nombres tan emblemáticos como los del recientemente desaparecido Giuseppe Di Stefano, Luigi Alva o Mario del Mónaco, por citar sólo algunos. En los próximos días pondré unos cuantos videos de estos artistas para que nos hagamos una idea de lo que eran capaces de hacer. De momento me limito a presentar a los ganadores que, el post me está quedando muy Wagneriano (por lo largo que es).

1. Plácido Domingo (nacido en 1941)


Dio mi potevi, de Otello (Verdi). También por Mario del Mónaco (el inicio más recitado que cantado no sé si es muy ortodoxo, pero me parece espectacular), José Cura y Jon Vickers

2. Enrico Caruso (1873-1921)


No, pagliaccio non son, de I pagliacci (Leoncavallo). También por Domingo, del Mónaco y Pavarotti.

3. Luciano Pavarotti (1935-2007)


Una furtiva lagrima, de l'Elisir d'amore (Donizetti). También por Plácido Domingo, Juan Diego Flórez y Rolando Villazón.

4. Fritz Wunderlich (1930-1966)


Dies bildnis, de La flauta mágica (Mozart). También por Francisco Araiza, Juan Diego Flórez y Nicolai Gedda.


5. Jussi Björling (1911-1960)


Salut demeure chaste et pure, de Fausto (Gounod). También por Plácido Domingo, Alfredo Kraus y Giuseppe Di Stefano (atentos al Do del final acabado en un pianissimo imposible)

6. Lauritz Melchior (1890)


Recitar... Ridi pagliaccio, de I Pagliacci (Leoncavallo). También por Plácido Domingo, Pavarotti, Caruso y Mario del Mónaco (de nuevo pasándose la partitura por las narices, pero impresionante)

7. Beniamino Gigli (1890-1957)

8. Jon Vickers (nacido en 1926)

9. Nicolai Gedda (nacido en 1925)

10. Peter Pears (1910-1986)

11. Tito Schipa (1880-1965)


Ella mi fu rapita... Parmi veder la lagrima, de Rigolrtto (Verdi). También por Plácido Domingo, Luciano Pavarotti y Giuseppe DiStefano.

12. Carlo Bergonzi (nacido en 1924)

13. Juan Diego Flórez (nacido en 1973)


A mes amis... Pour mon ame, de La fille du regiment (Donizetti). También por Alfredo Krauss, Pavarotti y Rockwell Blake (éste tampoco está en la lista pero es uno de los tenores con mayor facilidad para el Do. Aquí hay 9. Y el noveno más que cantarlo lo chulea).

14. Peter Schreier (nacido en 1935)

15. Franco Corelli (1921-1976)

16. John McCormack (1884-1945)

17. Anthony Rolfe Johnson (nacido en 1940)

18. Alfredo Kraus (1927-1999)

19. Wolfgang Windgassen (1914-1974)

20. Sergey Lemeshev (1902-1977).

Más información:

BBC Music Magazine

BBC - Domingo hits BBC top spot as greatest tenor ever

El mayor tenor de todos los tiempos, La Razón

viernes, 14 de marzo de 2008

Dostoievski es un suplicio

Existe la sensación (quizás más que una sensación) de que en España se lee poco. Creíamos que la culpa era del sistema educativo, pero quizás lo es del sistema penal. Un juez turco nos ha iluminado a todos con una sentencia que no sólo servirá pero ayudar en su reinserción a dos ladronzuelos sino que sin duda elevará el nivel cultural de la ciudadanía turca a cotas insospechadas. Al menos, de la ciudadanía que pasa un tiempecito a la sombra.

Parece ser que un par de chorizos fueron pillados en flagrante delito. Los arrestados confesaron su culpabilidad y mostraron arrepentimiento, por lo que el juez decidió ser benévolo. ¿Benévolo? Según se mire. El magistrado ha condenado a los infractores a cinco meses de prisión durante los cuales tendrán que dedicar al menos tres horas diarias a, ojito, ¡leer!. Como no se fía de que realmente lean, el juez, que seguramente fue a mi cole, ha optado por seguir la misma táctica que aplicaban en la escuela para asegurarse de que habíamos leído lo mandado cuando nos castigaban: hacer resúmenes de lo leído.

Por un momento pensé en pillarme un vuelo barato y acercarme a Turquía a robar algo, a ver si me caían cinco mesecitos de retiro literario. El problemilla es que el juez no tiene suficiente con obligarte a leer. Encima decide qué debes leer. Y para empezar con buen pie su primera elección ha sido la más lógica: Crimen y Castigo, de Fiódor Dostoievski. Supongo que la siguiente lectura será El idiota.

No sé qué pensaría el amigo Fiódor si levantase la cabeza y viera que en algunos países la lectura de su obra más célebre se considera una condena. Yo creo que le haría gracia. En cualquier caso, una de las explicaciones que ha dado el juez a esta peculiar sentencia es que los ladrones colaboraron con la policía y no mataron a nadie. De haberlo hecho el castigo hubiera sido mucho más duro. Qué se yo... ¿Las obras completas de Ken Follet? ¿Dan Brown? ¿¿Paulo Coelho?? Buf. Voy a revisar la Convención de Ginebra a ver qué dice al respecto...

Turquía condena a dos ladrones a leer 3 horas al día, en La Vanguardia

martes, 4 de marzo de 2008

Pippo noi fu rapito


Ayer murió el que para muchos era el último superviviente de una generación mitica de cantantes de ópera. Giuseppe Di Stefano fue uno de los tenores más aclamados en la década de los 50 y principios de los 60, cuando triunfaban voces legendarias como Del Mónaco, Corelli, Tebaldi, Bergonzi, Gobbi o María Callas, con quien compartió escenario en numerosas ocasiones. Sin embargo la mayoría de los críticos coinciden en que, pese a sus grandes cualidades, apenas pudo mantenerse una década entre los más grandes.

La leyenda de Di Stefano encarna a la perfección el tópico del Tenore ególatra que tras unos inicios brillantes dilapida su voz y su carrera en una espiral de egolatría, excesos, celos y rencillas. Algunos creen que no supo acotar su reperterio y se dejó la voz en papeles que no le convenían. Él achacaba sus problemas de garganta a la calefacción de los teatros, mientras degustaba un humeante habano. En cualquier caso, dejó para la historia interpretaciones míticas en algunos de los principales papeles de tenor lírico. Como homenaje, dos de sus personajes más celebrados: el Duque de Mantua en Rigoletto (Verdi) y Edgardo en Lucia de Lamermoor (Donizetti).




Ella mi fu rapita - Rigoletto (Verdi)


Fra poco me ricovero - Lucia de Lamermoor (Donizetti)


Giuseppe di Stefano, uno de los tenores legendarios del siglo XX, en El País

Giuseppe di Stefano, 'el tenor de la Callas', en El Mundo

Di Stefano ha muerto, en Medicina del cant

domingo, 2 de marzo de 2008

Soy racista

Iniciado el 18 de enero

Reflexionando sobre lo ocurrido, llegué a la moto y empecé a preparar los arreos cuando una voz a mi espalda me pidió la hora. Me di la vuelta mientras contestaba y me encontré con un rostro afable de unos treinta y tantos que me observaba a dos metros de distancia.

- ¿Puedo hablar un momento contigo?
- Sí, por supuesto.
- ¿No te molestará que te pregunte un extranjero? - me dijó preocupado.
- No. Claro que no. - contesté extrañado.
- Es que en esta ciudad hay muchos racistas. Gente que le molesta que un extranjero les hable...

Asentí imaginando lo desagradable que debe ser que alguien te mire mal al pedirle la hora simplemente por tener la piel un pelín más oscura. Me dije que el desconocimiento lleva al miedo y el miedo lleva a hacer cosas horribles. Una amiga me había dichi hace un tiempo que el racismo, como el nacionalismo y tantos otros ismos, es un mal que se cura viajando. Conozco gente que ha estado en muchos sitios y no le ha aprovechado nada, pero probablemente ir a un sitio no es viajar. Recordé un viaje hace muchos años que hice a Turquía. Guardo maravillosos recuerdos de aquellos días como una tarde de regateo entre acordes de guitarra y lingotazos de raki, el tranqulizador murmullo del agua en la Cisterna o el aroma del té en una cueva de la Capadocia. Pero muy especialmente la media hora que pasamos en una terracita en un parque de Konya acompañados por un vendedor de alfombras. Nos abordó en pleno paseo al oírnos hablar español y nos invitó a un té para poder practicar el idioma un rato. En pocos lugares del mundo me he sentido tan bien tratado. Todo esto acudía a mi mente mientras el improvisado amigo me explicaba que acababa de licenciarse en Túnez y que había venido a ampliar sus estudios y aprender idiomas. Me contaba lo complicado que es para alguien de su tierra el día a día en un país que, me dijo, miraba con recelo a los de fuera. Luego me pidió si podía dejarle algo para llamar a su país y pedir que le mandaran dinero.

No me gustó que en menos de dos minutos la agradable conversación (más bien monólogo porque no me dejó abrir boca) se hubiera transformado en una petición de dinero. Pero me había parecido muy amable así que me eché la mano al bolsillo. En cuanto noté que no estaba el monedero recordé que lo había guardado en la bolsa al pagar las hamburguesas. La bolsa estaba ya bien guardadita en el cajón de la moto pero no hacía falta sacarla. Había usado todas las monedas para no cambiar el billete de 50 euros que llevaba en la cartera e incluso Quckly me había tenido que dejar unos céntimos. Le dije que lo sentía pero no llevaba suelto. De hecho no llegué a decir la palabra "suelto" ya que tras el "no llevo" se precipitó a decirme que podíamos cambiar en el bar de al lado. Aquello tampoco me gustó. Tenía algo de prisa y no me apetecía cambiar el billete de 50 euros. Pensándolo fríamente es una tontería. ¿Qué mal me podía hacer perder unos minutos y cambiar un billete si podía ayudar a alguien? Pero ya había dicho que no llevaba y lo que pasó a continuación me disuadió de desdecirme.

Mi ex amigo me miró muy enfadado y me dijo que no se creía que no llevara nada.

- ¿Acaso eres un niño pequeño que sale a la calle sin dinero? - me dijo de muy malos modos. Por un segundo quise decirle que tan pequeño como él, pero me pareció innecesario. A continuación fue cuando me sacó de mis casillas.

- Si me hubieras dicho que no querías dármelo no hubiera pasado nada, pero me molesta que me mientan. Lo que pasa es que eres un racista. Si yo fuera de tu país me lo habrías dejado pero eres un racista. Sí. Un racista. Todos aquí sois racistas. Todos sois iguales.

Se marchó sin dejarme hablar mientras repetía el "todos sois iguales".

Cada día me molesta más la gente que proyecta en los demás sus propias fobias. Está claro que alguien que repite sin cesar "todos sois iguales" no es el más indicado para hablar de racismo. En un mundo donde esta lacra condena a la desesesperación a tantos millones de personas, utilizar estas acusaciones para defender lo indefendible me parece de lo más mezquino. El racismo es un problema muy serio que no podemos utilizar a la ligera. Probablemente soy racista. Y clasista. Y sexista. Y homófobo. Y estúpido. Y muchas cosas más. He nacido donde he nacido y cuando he nacido y dudo mucho que esté completamente libre de los defectos que afectan a tantas personas a mi alrededor. No pretendo ser mejor que nadie. Pero eso no le da derecho a nadie a exigirme que le haga un favor ni a juzgar mis motivaciones para no hacerlo. Y me duele especialmente esta situación porque individuos como el que me acusó sirven de excusa a cientos de racistas para afirmar, injustamente, que todos son iguales.

Actualizado el 29 de febrero

Ayer estaba guardando la bolsa en la moto cuando alguien me pidió la hora. Al responder levanté la cabeza y me reencontré con la sonrisa de mi ex amigo.

- ¿Puedo hablar un momento contigo?
- Ya hablamos el otro día.

Se echó a reir. Se dio la vuelta y se marchó como si tal cosa. Mientras se alejaba me di cuenta de que me sentía mucho mejor. Como si me hubieran quitado un peso de encima. El peso de haberlo juzgado mal y de que efectivamente fuera un estudiante de Túnez al que la desesperación hizo que se le calentara la boca. Creo que hoy soy un poco más racista que hace unos días. ¿Tan fácil es sacar lo peor de nosotros mismos? Me tenía por una persona más cabal. Como tantas veces, me equivocaba.