La cosa es que, cuando uno pasa 48 horas rodeado de blogueros tan curtidos y entusiastes no puede sino preguntarse cuán monótona y aburrida habría sido su vida sin los blogs. Pronto se percata de que ha pensado una estupidez. Y a continuación se dice que eso ya no le extraña a nadie. Sin los blogs mi vida no tendría por qué ser aburrida. Pero sin duda no habría conocido a gente tan maravillosa como la que estoy conociendo. Pero claro. En la vida no todo son florecillas, la luz proyecta sombras, toda fuerza tiene su reverso tenebroso... ¿Dónde está el truco a tanto buen rollo, diversión y gambiteo desenfrenado? Pues para empezar, uno corre el riesgo de pensar que si los blogs le regalaron un fin de semana mágico... ¿qué no podría conseguir si sigue adentrándose por los procelosos mundos de la red? Pues que acaba haciendo videos como éste.
Si el blog me trajo amigos como los del fin de semana, con espacios en Flickr, Youtube, MySpace... podría cumplir el viejo sueño de Roberto Carlos de tener un millón de amigos.
Qué digo un millón. Un millón de millones... Y si para eso tengo que convertirme en un friki como ese... Bueno. Cuando tienes repartidos por la red unos seis blogs, un space, tres o cuatro webs, un fotolog, un videoblog, un par de podcasts, cuatro cuentas de mensajería instantánea, un zombie en Secondlife, veintitantas direcciones de correo electrónico y perfiles en cinco o seis redes tipo orkut (aunque a la mayoría de todos estos sitios no les hagas ni caso)... uno se vuelve bastante selectivo a la hora de llamar friki a alguien.
Así que mejor me estoy quietecito y dejo para otro año lo de expandir mi presencia en la red (que ya está bastante extendidita tras más de diez años paseándome por estos lares). Me conformaré con lo que hay y asumiré mi futuro. Que será más o menos como el de este amiguete. Una vida interesante, una dieta equilibrada y un físico (y psíquico) imponente. ¿Qué más se puede pedir?