Leo en La Vanguardia una noticia que me pone los pelos de punta. Gemma Mengual, la campeona olímpica de natación sincronizada y probablemente la deportista española más laureada, ha presentado en un desfile de moda el bañador del futuro. Lo que hace tan novedosa esta prenda es que lleva unas placas solares que te permiten... cargar el iPod y el móvil!
Vamos a ver. ¿Nos estamos volviendo locos o es de esperar que en el futuro la gente sea idiota? Yo me imaginaba que el bañador del futuro se secaría en dos segundos tras salir del agua, tendría un sistema de expulsión de la molesta arenilla, repelería la sal, mantendría la temperatura del cuerpo para no pasar frío o calor, tendría un sistema antiescoceduras, incluiría un salvavidas hinchable de emergencia, emitiría señales GPS para controlar a los críos, protegería las partes cubiertas de quemaduras del sol o, qué se yo, dejaría pasar los rayos solares para evitar el moreno a rallas y avisaría de la presencia de tiburones, chuloplayas, italianos o peces polla. Lo que fuera. Pero si la idea del futuro es que vamos a necesitar cargar el móvil mientras nadamos me parece que me bajo aquí mismo y que le den por saco al futuro.
Nota: es de esperar que Apple saque pronto una carcasa sumergible para el iPod (si no existe ya) dotada con un conector USB a prueba de salpicaduras. Si alguien tiene pensado conectarse el cacharrín al bañador para meterse en el agua que recuerde borrar primero la música clásica. A ver si con tantos megas van a acabar en el fondo del mar, matarile, rile, rile...
Lavanguardia.es - Gemma Mengual presenta el bañador del futuro
martes, 24 de abril de 2007
lunes, 23 de abril de 2007
La sorpresita...
Ya se ha desvelado el misterio. Si queréis saber cuál es la sorpresita sobre la que tanto se ha especulado estos días, pasaos por Pies para quiosquero. No es nada fuera de lo corriente, pero estamos como unos niños con PlayStation nueva y nos hace una ilusión bárbara compartirlo con vosotros. En breve podremos dar más información al respecto.
Aprovecho la ocasión para desearos a todos un feliz día de Sant Jordi. No os pinchéis con las espinas de las rosas ni os cortéis con las hojas de los libros...
Aprovecho la ocasión para desearos a todos un feliz día de Sant Jordi. No os pinchéis con las espinas de las rosas ni os cortéis con las hojas de los libros...
miércoles, 11 de abril de 2007
He vuelto
Supongo que algún día me entregaré a la tentación de explicar con más detalle la escapadilla de esta semana santa. De momento sólo decir que ya he vuelto.
Por ser como soy, el hecho de haber estado cinco días fuera de casa y absolutamente desconectado suponen que los próximos días iré de cabeza. Cuando dejo de hacer algo, sea lo que sea, me espera sin hacerse hasta que regreso. Es algo con lo que soñé durante años y que por tanto acepto de buen grado, al tiempo que me pregunto qué sería de mí si hubiera nacido avestruz. Así que esta semana no creo que escriba al ritmo que me gustaría (nunca lo hago) ni mucho menos que os lea cuanto y como me gustaría. Pero estoy aquí.
Sobre el viaje, ahora, no voy a hablar. Sólo quiero tener unas palabras de agradecimiento para el pueblo húngaro (acogedor y amable como pocos) y de admiración para ese increíble país. Hablamos de un pueblo orgulloso de su pasado y de su cultura, que recuerda con nostalgia los tiempos en que era un gran imperio y muestra al mundo el legado de aquellos tiempos, visible en las ornamentadas fachadas de los edificios, las cúpulas de sus iglesias y palacios, su música, su gastronomía, sus vinos.
Para quien considera que viajar es mucho más que ver monumentos, os recomiendo el siguiente viaje (aunque, como hice yo, os sugiero que lo hagáis en tres fases separadas y no del tirón, lo que puede resultar explosivo para vuestro estómago). Para empezar, una sopa goulasch generosa en paprika (para entrar en calor). A continuación, y como plato fuerte, un guiso de ciervo con salsa de frutas del bosque, acompañado de albóndigas de patata o tallarines de champiñones. Se recomienda regarlo con un tinto de las regiones de Villány o Eger contundente (ya puestos, un Cabernet). De postre un Gundel Palacsinta, panqueque relleno de uva y canela, bañado en chocolate fundido y espolvoreada con azucar glaseado. Para bajarlo podéis ayudaros de un Tokaj Akzu dulce. Para rematar, una palinka de albaricoque, aguardiente que podéis encontrar en su versión pura (tremenda) o suavemente rebajada con miel. Para que el viaje llegue a buen puerto lo ideal es tener reservada una grúa que os transporte a la ribera del Danuvio y os deje suavemente bajo unos sauces para disfrutar de una apacible siesta.
Para acabar, un enlace a la Rapsodia Húngara nº 2 de Liszt y un vídeo con homenaje musical a Hungría.
Buen viaje.
Por ser como soy, el hecho de haber estado cinco días fuera de casa y absolutamente desconectado suponen que los próximos días iré de cabeza. Cuando dejo de hacer algo, sea lo que sea, me espera sin hacerse hasta que regreso. Es algo con lo que soñé durante años y que por tanto acepto de buen grado, al tiempo que me pregunto qué sería de mí si hubiera nacido avestruz. Así que esta semana no creo que escriba al ritmo que me gustaría (nunca lo hago) ni mucho menos que os lea cuanto y como me gustaría. Pero estoy aquí.
Sobre el viaje, ahora, no voy a hablar. Sólo quiero tener unas palabras de agradecimiento para el pueblo húngaro (acogedor y amable como pocos) y de admiración para ese increíble país. Hablamos de un pueblo orgulloso de su pasado y de su cultura, que recuerda con nostalgia los tiempos en que era un gran imperio y muestra al mundo el legado de aquellos tiempos, visible en las ornamentadas fachadas de los edificios, las cúpulas de sus iglesias y palacios, su música, su gastronomía, sus vinos.
Para quien considera que viajar es mucho más que ver monumentos, os recomiendo el siguiente viaje (aunque, como hice yo, os sugiero que lo hagáis en tres fases separadas y no del tirón, lo que puede resultar explosivo para vuestro estómago). Para empezar, una sopa goulasch generosa en paprika (para entrar en calor). A continuación, y como plato fuerte, un guiso de ciervo con salsa de frutas del bosque, acompañado de albóndigas de patata o tallarines de champiñones. Se recomienda regarlo con un tinto de las regiones de Villány o Eger contundente (ya puestos, un Cabernet). De postre un Gundel Palacsinta, panqueque relleno de uva y canela, bañado en chocolate fundido y espolvoreada con azucar glaseado. Para bajarlo podéis ayudaros de un Tokaj Akzu dulce. Para rematar, una palinka de albaricoque, aguardiente que podéis encontrar en su versión pura (tremenda) o suavemente rebajada con miel. Para que el viaje llegue a buen puerto lo ideal es tener reservada una grúa que os transporte a la ribera del Danuvio y os deje suavemente bajo unos sauces para disfrutar de una apacible siesta.
Para acabar, un enlace a la Rapsodia Húngara nº 2 de Liszt y un vídeo con homenaje musical a Hungría.
Buen viaje.
jueves, 5 de abril de 2007
Me voy
Por unos días. No es que la cosa se vaya a notar mucho en el blog porque llevo bastante sin escribir (lo siento, he estado muy liado con algo que os contaré muy prontito) pero me parecía feo marcharme sin avisar.
Tenía pensado quedarme estos días en casita escribiendo posts a diestro y siniestro, pero me han hecho una proposición indecente y me largo unos días a Budapest. ¿Por qué? Pues porque me da la gana, porque yo lo valgo, porque tengo la cámara de fotos aburrida, porque me apetece comerme un goulasch regadito con un vino de Tokay... Por lo que queráis. Pero hasta el martes de la semana que viene no me pasaré por aquí. Así que felices pascuas a todos y hasta pronto!
Tenía pensado quedarme estos días en casita escribiendo posts a diestro y siniestro, pero me han hecho una proposición indecente y me largo unos días a Budapest. ¿Por qué? Pues porque me da la gana, porque yo lo valgo, porque tengo la cámara de fotos aburrida, porque me apetece comerme un goulasch regadito con un vino de Tokay... Por lo que queráis. Pero hasta el martes de la semana que viene no me pasaré por aquí. Así que felices pascuas a todos y hasta pronto!
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