La noticia del Washington Post llega ya en septiembre, cuando los diarios han recuperado la "línea seria" pero sin duda cumple varios de los requisitos anteriores. De hecho, no estamos hablando de un descubrimiento reciente. Hace años que se conoce la influencia de un gen en el comportamiento sexual de los animales. De hecho, parece ser que existen dos tipos de roedor, uno monógamo y el otro polígamo, cuya única diferencia genética es la existencia o no de dicho gen. En cualquier caso, más allá de genes, ratas o criterios de noticiabilidad, la información me viene que ni pintada para tratar un tema al que hace tiempo le vengo dando vueltas.
El concepto de pareja nos lleva inevitablemente a una de las dos acepciones más aceptadas de la monogamia, la que se refiere a una unión entre dos sujetos que mantienen un vínculo sexual durante un periodo determinado (normalmente el que abarca el periodo de reproducción y crianza). Algunos autores hablan de monogamia seriada, lo que consistiría en que los sujetos mantienen su relación exclusiva durante un tiempo, concluido el cual, cambian de pareja. Siempre de una en una (salvo, incluyen los expertos, algún periodo de transición en el que se inicia la relación siguiente sin haber concluído del todo la anterior). Frente a esta idea estaría la de los que consideran la monogamia como la práctica de algunos animales que eligen una pareja para toda su vida.
La monogamia en el segundo sentido es poco habitual en el reino animal, aunque se da, especialmente entre determinadas aves. Entre los mamíferos es una rareza. Entre los primates... Sólo se da en el ser humano... y poco. De hecho sólo unas decenas de los cientos de culturas humanas que conocemos son monógamas. En casi todo occidente la monogamia es incluso ley. Claro que la mayoría de estas leyes rara vez se meten en con quién se aparea cada cual, centrándose casi exclusivamente en una relación contractual que llaman matrimonio. Para adaptar este contrato a la monogamia seriada hemos inventado algo llamado divorcio que te permite, legalmente, establecer un nuevo contrato monógamo.
Todos estos contratos serían inútiles para los animales realmente monógamos. Incluso para los polígamos. Sólo un animal no monógamo que pretende pasarsepor tal necesitaría de matrimonio, divorcio o de una palabreja llamada "infidelidad". Y es que la infidelidad es algo exclusivamente humano. Los animales monógamos no la necesitan, pues no la contemplan. Los no monógamos, tampoco. Hacen lo que su naturaleza les empuja a hacer y punto. Claro está que entre estos animales tampoco existen los celos y entre los humanos... ¿Cómo es posible que una persona pueda desear a otra que no es su pareja y, al mismo tiempo, ponerse malo cuando ésta desea a otra?Será por deformación profesional pero mi opinión es que los humanos, con o sin gen, no somos biológicamente monógamos, pero sí culturalmente (los pertenecientes a las culturas monógamas, por supuesto). Cómo llega una especie a imponerse una cultura contraria a su biología ya es algo que se me escapa. Lo que no se me escapa es que la investigación de marras se centra exclusivamente en la fidelidad o infidelidad genética de los varones. Y aquí es cuando empiezo a ponerme nervioso y a hacerme muchas preguntas para las que no tengo respuesta sobre el papel del varón en el mundo moderno. De eso hablaré otro día. Pero antes, en breve, me centraré en una tendencia que se está poniendo de moda (ejem) y que, parece, intenta hacer un hueco en nuestra cultura a posturas más biológicas. En breve. En breve.
¿Abocados a ser fieles (o infieles)? - El País
Monogamia - Wikipedia