Los cambios asustan. Especialmente para animales de costumbres como los humanos. Los niños pequeños encuentran seguridad en la repetición (que les permite anticiparse a lo que va a suceder) y nos condenan a ver una y otra vez la misma película. Y los adultos fardamos de ser espontáneos y odiar la monotonía pero, como hace milenios, seguimos aferrándonos a esquemas cotidianos para establecer nuestras escalas de valores. Así, definimos el éxito o el fracaso en función de los parámetros esperados para cada etapa de nuestra vida. Yo a tu edad ya había... A estas alturas del año ya deberías... Lo cual añade más leña para alimentar el fuego de nuestros miedos. El cambio.
Somos tan cuadriculados que hasta tenemos una larga lista de cambios previsibles. El cambio de año, el cambio de estación, el cambio de estado civil, el cambio de trabajo... Y todos estos cambios previstos tienen previsto a su vez un rito de paso. El rito es costumbre, así que combatimos el cambio con algo estable y conocido. Y debo reconocer que a mí, que me apasionan los cambios en la misma medida en que me horrizan, me encantan los ritos.
Las fiestas navideñas son uno de estos ritos. De los más importantes, por cierto. Hemos hecho coincidir el cambio de año (final e inicio de una etapa, aunque sea una etapa ficticia fijada por convención) con un cambio de estación. El solsticio de invierno, con la noche más larga del año, da paso al tiempo del frío y del recogimiento. El tiempo en que la hormiga sobrevive gracias al rutinario esfuerzo que realizó en los buenos tiempos y la fiestera y cantarina cigarra... se muere de hambre. Y por eso estas fechas vienen cargaditas de interesantísimos ritos tanto individuales como colectivos.
Tuve la suerte de cambiar de año en compañía de viejos y nuevos amigos. Entre los nuevos, gente de distintas culturas y religiones. De distintos ritos. Tan pronto como superamos el estúpido pero entrañable riesgo de atragantarnos con doce uvas y entrechocamos nuestras copas de cava (en cuyos fondos dormitaban anillos dorados para atraer la fortuna), algunos de mis acompañantes empezaron a barrer (literalmente) los malos espíritus fuera de la casa. Otros, cargados con maletas y mochilas, salieron a la calle a dar vueltas a la manzana para que el nuevo año les trajera viajes. Otros lanzaron a la calle un bareño de agua. Otros llamaron (o mandaron mensajitos) a los familiares y amigos que habían visto dos horas antes. En la calle se oían canciones, fuegos artificiales, bocinas... Todo instantes antes de que medio mundo cumpliera con su obligado rito de divertirse esa noche como si fuera la última.
Hace años yo tenía más ritos. Repasaba los acontecimientos del pasado año con injustificable nostalgia o hacía propósitos para el entrante que rara vez cumplía, por poner dos ejemplos. Últimamente no hago propósitos de año nuevo. Sólo intento que la energía del cambio me arrastre a llevar a cabo los que proyecto constantemente durante todo el año. Porque tengo muchos proyectos. Siempre muchos. Y siempre espero aprovechar los días de vacaciones para ponerme a ello. Pero siempre pasa algo.
Este año quería, entre otras muchas cosas, poner en orden mi desastrosa vida virtual. Lo de la analógica es más chungo, así que más adelante. Pero no lo he hecho. Aunque tengo una pequeña excusa. Una diminuta. Tan diminuta que no se ve ni con microscopio. Un virus. Y no uno de esos digitales tan molestos. Uno analógico. De los de toda la vida. De los que hacen realidad tu sueño de pasarte tres días en la cama con treinta y nueve pero te dejan sin fuerzas para disfrutarlo.
Y aunque no he podido disfrutar de mi rito individual preferido en estas fechas (pasear por el centro el día 5 de enero, tras la cabalgata, cargándome de odio a la humanidad) he descubierto uno nuevo. Se llama "Todo fuera". Tras tres días expulsando de mi cuerpo absolutamente todo lo que entraba, inicio el año renovado, casi puro, inmaculado. Un lienzo en blanco. Una tabula rasa. Algo que voy a poder ir intoxicando poquito a poco a mi gusto.
El próximo fin de año podré contemplar mi obra y comparar. Estaré estropeado, por supuesto. Pero de otra manera. A mi manera. Si será mejor o peor lo veremos en doce meses. Doce meses de degradación consciente... siempre que otro puto virus o similar no venga a joderme el invento.
Feliz 2008.
7 comentarios:
No será que te cayó encima el barreño de agua...
Bueno, con que hagas el 50% de las cosas que proyectes seguro que haces mucho más que el común de los mortales.
Que tengas un año de bienes. :-)
pez,prueba a dar saltitos desde tu océano a superficie. Te gustará.
Viva la fiebre que te ha ayudado a ponerte un poco más contigo, obligado. Y un poco más reluciente.
un abrazo beep-beep.
Con 39!!!!
Ojiplática me dejas!!!
:)
Un barquito de cáscara de nuez
adornado con velas de papel
se hizo hoy a la mar
para lejos llevar
gotitas doradas de miel.
Un mosquito sin miedo va en él muy seguro de ser buen timonel,
y subiendo y bajando las olas
el barquito ya se fue ...
Navegar sin temor
en el mar es lo mejor,
no hay razón de ponerse a temblar.
Y si viene negra tempestad
reír, remar, y cantar.
Navegar sin temor
en el mar es lo mejor,
que si el cielo está muy azul
el mosquito va contento
por los mares lejanos del sur.
Un barquito de cáscara de nuez
adornado con velas de papel
se hizo hoy a la mar
para lejos llevar
gotitas doradas de miel.
Un mosquito sin miedo va en él
muy seguro de ser buen timonel,
y subiendo y bajando las olas
el barquito ya se fue ...
Al poder respirar
en la brisa de la mar
¡qué apetito tan grande le da!
Tres ballenas fritas con jamón
se come al desayunar.
Este mosquito me recuerda a ti, navengando sin temor, por el mar (esta puta vida)pero no hay tormenta ni nada que te detenga (ni virus, mendrugito, ni virus)
que extraño las horas de charla, mosquitillo jajaja besos su
Hola, Dalr!
Ya me contaron lo de tu estado...
Nada, chico; ánimo, que pronto estarás otra vez recuperado y con el "tubo de escape" funcionando con normalidad...
Y de lo que dices de propósitos para el año nuevo y demás, pues qué te voy a decir; creo que más o menos es algo que nos pasa a todos por estas fechas... Así que, don't worry; no eres el único, y tampoco se trata de agarrar una depre al ponerse a hacer balance... Y en cualquier caso, para ese balance faltan trescientos y pico días, así que, lo dicho, take it easy...
Un abrazo
Su: Muy bueno tu post, aunque no sé yo si a Dalr le hará hecho mucha gracia que le compares con un mosquito...
Kutxi, más bien no era de agua y me lo bebí ;)
Shanty, un placer tenerte por estos mares. Espero que nos sigamos viendo.
Norma, no voy a entrar en detalles ya que soy un caballero, pero te aseguro que lo que pasó en esa cama con 39 fue de lo más tórrido =)
Su, yo también extraño las charlas, pero siempre que te veo estás "prohibida" ;P Ya te "picaré" un día de estos.
J.M. La verdad es que no me preocupan mucho los propósitos. Por no hacer, no he hecho ni el de enmienda :D
nos seguiremos encontrando por acá entonces, Mr.Pez. Aunque mis salabardos se quedaron en un armario enseres del pasado.Pero siempre es gratificante el contacto cuando es creativo.Ok,visitaremos estas orillas. Cura esa garganta.
Un saludo a los navegantes que te rondan.Kutxi, me he reído mucho con tu barreño.Su, eres una picarona, Jm, le quieres bien a tu colega, sus escamas se caen con tus ánimos. Un saludo! :)
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