martes, 14 de marzo de 2006

Ràdio 4 y la RTV pública española (II)

Responder a si las televisiones públicas en España cumplen o no con su vocación de servicio público es complejo. Cada medio responde a necesidades distintas. Por ejemplo, la televisión pública catalana, TV3, debe responder a otras necesidades como colaborar a la normalización lingüística. En este sentido, TV3 demostró que puede verse cine en catalán sin ningún problema (habría que preguntarse por qué, sin embargo, las películas dobladas al catalán tienen tantos problemas para afianzarse en las salas de proyección) y obtuvo sus mayores éxitos gracias al fútbol. Las televisiones locales, por su parte, han sido en ocasiones una vil excusa para dar cuota de pantalla a los alcandes, pero a la vez han logrado dar a la información local, la que más interesa en muchas ocasiones al espectador, un protagonismo que el resto de cadenas se pasan por el forro.

Televisión Española tiene una programación bastante variada (como corresponde a un canal generalista) pero cuando intenta hacer televisión cultural aburre y cuando intenta hacer televisión comercial cae habitualmente en los mismos excesos y carencias que las privadas. Programas como el Gran Prix, Cine de Barrio o Noche de Fiesta funcionan bastante bien pero, sinceramente, no aportan absolutamente nada al espectador. Desgraciadamente tampoco aportan unos ingresos que sostengan a los programas deficitarios.

No pretendo criticar los programas "comerciales". No soy de los que crean que algo, por el hecho de ser popular, es basura. Al contrario. Lo que digo es que una televisión pública debiera ofrecer alternativas a la programación de las privadas y, si no puede pero igualmente opta por formatos de éxito, debiera obtener con ellos beneficios que compensaran las pérdidas de los programas alternativos. Desgraciadamente, TVE no ofrece demasiadas alternativas y encima pierde dinero con ello.

La respuesta del gobierno fue encargar a un comité de sabios un informe sobre la situación de TVE y propuestas para el futuro. Aquí no puedo retenerme. El mismo concepto de "comité de sabios" me produce urticaria. Y un vistazo a su composición confirma mis peores expectativas: filósofos, catedráticos... intelectuales. En un país en el que los autodenominados intelectuales, por definición, abominan de la caja tonta y se jactan de no verla jamás... ¿A quién se le ocurre encargarles su salvación? La polémica estaba servida y no tardó en trasladarse a los medios. Un debate interesantísimo, eso sí. Creo que es totalmente necesario que los intelectuales den su opinión sobre cómo debe ser la televisión en su opinión. Y enfrentar ésta con la de los profesionales, los programadores... y, ya puestos y si no es molestia, los espectadores. Lo que no puede hacerse es otorgar el poder de decisión a un solo grupo, y encima asegurar que se elevará la propuesta tal cual al congreso.

Y una vez que tenemos el dictámen de los sabios... vienen las consecuencias. De entrada diré que muchas de las propuestas me parecen fantásticas. Si además dijeran cómo pueden llevarse a la práctica, la cosa sería aún mejor. No obstante, la mayoría de las reacciones han sido de total oposición. Debo decir que, en mi opinión, muchas de las airadas reacciones en contra se deben más a todo el revuelo mediático creado alrededor de este debate que al informe en sí. Y la crítica más dura ha sido el caso omiso que han hecho en el gobierno a buena parte de las propuestas. En cualquier caso, el informe está ahí y ha venido acompañado de las primeras medias. Medias que en rigor no han salido del comité de sabios pero que se han vendido por parte del gobierno como requisito imprescindible para llevarlo a la práctica.

¿Y cómo soluciona una empresa pública los problemas económicos derivados de su mala gestión? Pues como la empresa privada: despidiendo gente.

Cerca del 40% de las plantillas de TVE y RNE se irán a la calle. Y de rebote, se cerrará Radio 4, la primera en emitir en catalán tras la dictadura, o la delegación de Canarias.

Que una cadena pública considere que no es su responsabilidad emitir en todas las lenguas que la constitución recoge y defiende me parece triste. Que inicie su andadura hacia una mejora de la calidad renunciando de manera expresa a tratar la información local, me parece en extremo peligroso. Sin duda no se están enterando de qué va esto de la comunicación. El servicio público debe ser cada día más cercano y personalizado, y esto empieza por la información que recibimos. Me temo mucho que tras las reformas nos quedemos en una versión reducida de lo que ya teníamos: entretenimiento ramplón en la primera y tostones infumables en la segunda. Y nada más. Para esto, no hacían falta sabios.


El 'comité de sabios' elaborará en nueve meses un informe para redactar una nueva ley sobre RTVE, en elmundo.es

RTVE: Rodríguez Zapatero y sus sabios se estrellan contra la televisión, en Chasqui

RTVE Pública

El Congreso desmonta las principales sugerencias del 'comité de sabios' de RTVE, en El País


Sigue la polémica del comité de sabios de RTVE, en INFO-TK

2 comentarios:

J. Perez-Ramos dijo...

Hola

Antes que nada enhora buena por el artículo y por tu blog. Yo creo que hay demasiados medios de comunicación públicos en España y cada vez entiendo menos el argumento del servicio público.

Vivo desde hace años en el Reino Unido donde tenemos la BBC que, siendo muy superior - en contenidos, calidad en la producción,imparcialidad en la información, etc. - que RTVE o la CCRTV por poner dos ejemplos en España, si desapareciera mañana no cambiaría en nada la calidad de vida del país.

Radios en catalán o televisiones que ofrezcan programación local o regional hay muchísimas. La CCRTV tiene hasta un canal de 24 hr de noticias en la TDT, cosa impensable en ninguna otra televisión regional europea. TV Canaria ha anunciado que su segundo canal comenzará sus emisiones en el mes de mayo. A mí me parece demasiado todo esto. Sobre todo cuando los medios están a merced de los políticos de turno (sean del color que sean, me da igual).

En España, como en el resto de Europa y Occidente, la prensa es toda privada, ¿por qué la televisión no?

Saludos

dalr dijo...

Gracias por tu comentario Juan P. Me parece muy interesante lo que comentas, tanto en este comentario como en tu blog. La verdad es que la "necesidad" de un medio público es una de las cuestiones recurrentes en el mundo en que vivimos. Ahora mismo estamos en un ciclo de privatizaciones (mientras en otras etapas se ha apostado por la empresa pública). Lo que manda en estos procesos, más que la "necesidad" es la disposición de líquido de las administraciones. Cuando las cosas van bien se aumenta le gasto público. Cuando la situación se vuelve insostenible, se disminuye a la brava. La "necesidad" se supedita a la "conveniencia".

Una televisión pública, entendida como un servicio al ciudadano, destinado a compensar las carencias que los criterios empresariales (audiencia = publicidad = ingresos) imponen a la televisión comercial. Hay programas que son necesarios pese a que nunca serán rentables. Desgraciadamente, la mayoría de televisines públicas intentan regirse por los mismos modelos que las comerciales, escepto en la cuenta de resultados. Aprovechan la inyección de recursos públicos y el hecho de que nadie les exija beneficios para competir por la audiencia (y el pastel publicitario) con las privadas. Y lo hacen ofreciendo lo mismo que ellas. Los programas "alternativos" o sin vocación comercial son discriminados. Por ese motivo ni son rentables ni cumplen (muchas veces) con su cometido social. Pero eso no significa que la "necesidad" de esos otros programas no exista.

Personalmente, creo en la televisión pública. Y nos sé si la BBC mejora la calidad de vida de los británicos pero sin duda buena parte de su programación los ayuda a avanzar en tanto les ofrece conocimientos e información que les permite ganar en criterio. Y el criterio permite disfrutar mejor de esa calidad de vida o tener herramientas para exigir más.

Para mi el problema no está tanto en si tiene sentido la televisión pública como en qué televisión publica queremos. Eso sí. Con respecto a la "cantidad" estoy totalmente de acuerdo contigo. Prefiero poquito y bueno que mucho más de lo mismo.