Las limitaciones del actual sistema de asignación de direcciones para los dispositivos conectados a Internet, basado en IPv4, son cada día más evidentes. Tener una IP fija empieza a ser un lujo que pocos pueden permitirse. La IP es la identificación que recibe un dispositivo al conectarse a la red. Viene a ser como una mezcla de dirección y DNI. Para montar un servidor en el que mostrar páginas web, por ejemplo, necesitamos un identificador que le diga al resto de servidores dónde se encuentra nuestra página. Si tenemos que charlar con alguien a través de mensajería instantánea, nuestro programa debe conocer la IP del interlocutor para saber dónde manda el mensaje. Cualquier aparato que conectemos a la red necesita su IP. Y ahí empiezan los problemas. Un aparato ya no es sólo un ordenador. Podemos conectarnos a través del teléfono, una PDA o (y aquí empieza el show) una nevera que descarga menús de la red y hace la compra cuando se nos acaban los refrescos. A medio plazo está previsto que cualquier aparato pueda conectarse a Internet para mil cosas distintas. Relojes que se ponen en hora automáticamente, televisores que descargan información real y al minuto sobre la programación, despensas que comprueban la caducidad de los alimentos que almacenan, chaquetas que envían nuestra temperatura corporal a la farmacia para ir encargando el jarabe... Y cada cachivache necesitará su IP. Como el sistema de IP's actual no tenía prevista tal proliferación de dispositivos, se nos empieza a quedar corto. Pero ahí está la versión 6 de este protocolo (la 5 nos la saltamos a la torera). Un nuevo sistema que garantiza que habrá IP's para todos. Que sea bienvenido.
Al-pi estrena un servicio que ofrece acceso a Internet con el nuevo protocolo IPv6 - elmundo.es navegante
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