El lobby tiene una tradición y un poder enorme en EEUU. Decenas de especialistas hacen de nexo entre políticos y empresa, negociando en nombre de unos y otros para lograr la aplicación de políticas favorables a sus clientes. Este proceso es totalmente legal, siempre que se respeten unas reglas del juego que buscan una cierta transparencia, al menos en lo referente a pagos. Cuantos apoyos económicos reciba un congresista para su campaña deben estar perfectamente referenciados para poder estudiar cuándo un apoyo se convierte tapadamente en la compra de votos. Una frontera difícil de marcar.
En Europa los grupos de presión han funcionado tradicionalmente de otro modo. Los grupos de presión se han decantado preferentemente por influir sobre la masa electoral para utilizar esta fuerza en sus negociaciones con los partidos. Dado que los congresistas no pueden recibir ninguna aportación económica y que normalmente acostumbran a votar en bloque las consignas de partido, con una sola negociación se pueden conseguir muchos votos. Las normativas sobre financiación de partidos (un tema que siempre está sobre la mesa y algún día habrá que plantear en serio) establecen unas normas de juego comunes que pretenden luchar contra el tráfico de influencias.

FT.com / International economy - Companies told to be more open about lobbying
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